“Yo la agarré entre mis brazos y le arranqué el cuchillo de la garganta a ver si eso le podía ayudar a respirar”, relató el martes Alvarenga, con la voz entrecortada por el llanto, frente a su apartamento de La Pequeña Habana. “Su cuerpo estaba entre caliente y helado y tenia sus piernas duras, duras, duras, duras”.
Poco después alguien hizo una llamada de emergencia y un equipo de rescate llegó a la casa pasadas las 2 de la tarde.
“El doctor dijo que cuando llegó al hospital ya había muerto, no podían hacer nada”, dijo la mujer en declaraciones a el Nuevo Herald.
Alvarenga, quien estuvo hospitalizada debido a una crisis nerviosa, se enteró al salir del hospital sobre la existencia de un video de vigilancia de una casa vecina, que presuntamente muestra a su ex pareja entrando al apartamento el domingo por la tarde.
De acuerdo con Alvarenga, Miguel Angel Ruiz habría vigilado la casa desde una pequeña plaza frente al edificio, esperó a que ella saliera y entró al apartamento en la cuadra 800 de la calle 4 del NW.
“Estaba allí sentado con una gorra, medio escondido, vigilando a que yo saliera”, contó Alvarenga, quien tiene un hijo de un año con Ruiz. “Se metió y seguro me la golpeó porque tenia sus labios hinchados”.
Una de las tres hijas mayores de Alvarenga fue quien revisó el video a petición de la policía e identificó a Ruiz, según familiares. La policía de la Ciudad de Miami no ha confirmado la existencia del video.
Alvarenga se había separado de Ruiz hace unos meses y aseguró que el hombre la ha asediado desde entonces. Los registros públicos muestran que Ruiz tiene un historial delictivo.
A pesar de las sospechas de Alvarenga, de 40 años, la Policía de Miami dijo el martes que todavía no se ha realizado ningún arresto. Freddie Cruz, vocero de la Policía, dijo que los detectives han hablado con varios miembros de la familia pero no especificó quiénes fueron entrevistados.
La investigación continúa activa y la policía no está ofreciendo más detalles.
El Nuevo Herald no pudo contactar a Ruiz el martes por la tarde.
Mientras tanto Alvarenga y el padre de Martha, Jorge Guzmán, tratan de encontrar una explicación al horror de los últimos momentos de vida de su hija.
Guzmán, quien viajó a Miami el domingo desde su hogar en Jacksonville, acompañó a Alvarenga al apartamento el martes. El padre cayó de rodillas, desconsolado, frente a la mancha en el piso de la sangre de su hija.
“¿Por qué, por qué?”, gritaba Guzmán mientras tocaba con sus dedos la mancha de sangre.
Los padres de Martha la describen como una niña responsable y linda, aunque aparentemente la pequeña habría lidiado con problemas emocionales.
La madre confirmó la versión de los amigos de Martha de que ella se cortaba los brazos con navajas y dijo que había buscado ayuda para la niña. Aun así, Alvarenga niega la posibilidad de que su hija se haya quitado la vida.
“La gente dice que se suicidó, pero mi hija no tenía el valor de suicidarse”, declaró. “No es lo mismo que un niño se haga cortadas en el brazo… yo la llevé al doctor y el doctor habló con ella y ella dijo que nunca más lo iba a intentar”.
El Departamento de Niños y Familia de Florida (DCF) confirmó al Miami Herald que existe una pesquisa abierta que involucra a la familia, y que existió otra investigación hace una década, pero no ofreció más detalles.
Alvarenga dijo que cree que quien mató a su hija le cortó las venas de los antebrazos para que pareciera un suicidio.
La mujer dijo que, antes de salir el domingo del apartamento, Martha le había pedido que se llevara con ella a su hermanito de un año.
“Dijo que el hermanito gritaba mucho y que no la dejaba dormir, quería dormir un rato”, señaló.
Mayra Vilar, una vecina, contó que se había encontrado con Alvarenga cerca de una tienda de descuentosa una cuadra de la casa, un rato antes de que descubrieran a la niña herida en el apartamento.
Vilar regresó a su apartamento al final del edificio, pero no notó nada sospechoso.
Alrededor de una hora más tarde vio a Alvarenga salir de su apartamento gritando que habían matado a su hija.
La muerte de la niña ha conmocionado a los vecinos del modesto edificio, quienes la conocían desde que era una bebé y de cariño la llamaban “Martica”.
Vilar contó que su nieta era buena amiga de Martha y cursaban el sexto grado en la Escuela Lincoln-Martí de la calle 1 del SW, a unas cuadras del edificio.
“Era una niña inocente, que hacía cosas de niña. Todos aquí la queríamos y estamos muy consternados con esto”, dijo Vilar, quien contó que desde la noche del domingo su nieta no ha querido dormir sola, por miedo.
El martes, los amigos de Martha encendían frecuentemente dos veladoras que dejaron en su puerta y que se apagaban con la brisa.
Los servicios fúnebres están pautados para el miércoles a las 6 de la tarde, dijeron los familiares.
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