MÉXICO cierra las puertas a los migrantes venezolanos
Uno de los peóres países para emigrar desde Venezuela, siempre ha sido México, tratan mal al venezolano, tanto en tiempos buenos como en tiempos de crisis, recientemente han cerrado las puertas a cualquier tipo de ingreso al país desde Venezuela.
Migraciones México cierra todas las puertas de ingreso al éxodo venezolano. Es decir, los venezolanos que miren hacia México no podrán ingresar más. Hace poco han sido devueltos más de 50 ciudadanos venezolanos.
La región sufre el impacto del mayor éxodo en la historia de Venezuela. Ninguna nación estaba preparada para una crisis migratoria de esta magnitud. Son cientos de miles los ciudadanos que huyen de un país sumido en la barbarie y la miseria.
Pero se trata al mismo tiempo de la consecuencia de 18 años de chavismo que se alzaron con impunidad ante las espaldas de los países de Latinoamérica. Mandatarios que eludieron los gritos de los venezolanos porque el dinero en los bolsillos robaba la atención.
En medio de esta dramática coyuntura, algunos países se han expuesto de la peor manera. No solo precoces para hacer frente a la crisis migratoria de los venezolanos; también insolidarios.
Hace unos diez días, el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) publicó un comunicado en el que propone a los países de Latinoamérica y el mundo tratar a los venezolanos como refugiados.
Entre las recomendaciones a los Estados, está la de acoger a los ciudadanos que huyen de la dictadura chavista, permitir acceso al territorio y a que “continúen adoptando respuestas adecuadas y pragmáticas a la protección”.
“En vista de la situación actual en Venezuela, el ACNUR hace un llamamiento a los Estados para que les garanticen a las personas beneficiarias de estas formas complementarias de protección, protección temporal o acuerdos de estancia, o visado o mecanismos migratorios laborales, que no sean deportados, expulsados, o de cualquier otra manera forzados a retornar a Venezuela, de acuerdo con el derecho internacional de los refugiados“, se lee en el texto de la agencia de la Organización de Naciones Unidas.
Lamentablemente las sugerencias del ACNUR han sido desoídas. En cambio, son cada vez más los países que imponen trabas migratorias y refuerzan las fronteras para detener la estampida de venezolanos. Otros, como México, han acudido a los maltratos y a las deportaciones.
“Hoy me tocó sufrir la más grande humillación de mi vida”
Varios ciudadanos venezolanos han relatado a través de las redes sociales —Twitter sobre todo— sus experiencias con las autoridades mexicanas en los aeropuertos. Se trata de denuncias de humillaciones, ofensas y deportaciones injustificadas.
“Acompáñenme a ver esta triste historia: el jueves 15 de marzo salí de Venezuela por Cúcuta. Apenas al cruzar había un puesto de ayuda humanitaria de la Cruz Roja colombiana recibiendo a venezolanos. Agua, vacuna, hospedaje, medicinas… Todo gratis. No me pusieron ni un pero para entrar. 2 días y una noche en Cúcuta. En la madrugada del 17 salí a Bogotá, de ahí conexión con México a las 3:50 pm. Plot twist: me paran para preguntas y rayos X, pierdo el vuelo a México”, cuenta la venezolana e ilustradora Oriana Vargas.
“Pagar la multa. Perder casi todo el efectivo. Próximo vuelo: 18 de marzo a las 7:30 am. Segunda noche en el aeropuerto, salgo a México con retraso de una hora y media. Proceso migratorio de los demás: cuatro minutos. Yo, pasaporte venezolano: directo a la oficina”, continúa.
Vargas dice a las autoridades migratorias en México que visita el país por vacaciones. La pasan a otro cuarto con 8 personas: “4 hombres venezolanos y 4 mujeres venezolanas (una con un bebé de cinco años)”. La joven relata que le negaron la entrada al grupo sin ofrecer explicaciones. Luego los separan por género. La habitación en la que están las mujeres tiene una luz tenue; la de los hombres, en cambio, es oscura.
“Nos quitan todo, hasta las trenzas de los zapatos. Jamás me dejaron llamar. Jamás pude decirle a alguien qué pasaba. Pedía llamar a mi mamá. Nada. Los vigilantes se reían de todas porque llorábamos. Pedí que le avisaran a mi amiga que me negaban la entrada. ‘Si se preocupa por ti, pasará la tarde preguntando hasta que le digan; sino, no es tan amiga tuya como dices’. Jamás le dijeron nada”.
A Oriana Vargas la deportaron ese mismo día. Su equipaje se perdió. Según relata, la empresa Aeroméxico le comentó que era normal: “Los venezolanos muy difícilmente entran”.
“Nunca en mi vida me habían tratado como me trató migración en México. Era como si fuese un criminal. Nunca voy a olvidar cómo me miraban y se reían de mí en mi cara”.
La joven venezolana agrega que en Colombia, a donde la devolvieron, le aseguraron que México no especifica la razón del rechazo; sin embargo, lo único en común entre quienes habían padecido la misma situación “era la nacionalidad”.
El de Vargas es un caso bastante similar al de otro joven venezolano, el abogado y trabajador de la empresa Polar, Santiago Errazuriz. También acudió a la red social para denunciar lo que, según él, había sido la experiencia más humillante de su vida. El testimonio lo publicó hace horas, este miércoles 21 de marzo; y su cuenta en Twitter ahora aparece suspendida. No obstante, su denuncia afortunadamente fue reseñada.
“Hoy me tocó sufrir la más grande humillación a la cual he sido sometido desde que tengo memoria. Y lo más irónico es que fue una humillación motivada por razones xenofóbicas. Mi único ‘delito’ fue poseer la nacionalidad venezolana”, escribió.
Al llegar a México, a Errazuriz también lo hicieron pasar a una pequeña oficina en la que tuvo que esperar por varios minutos. Luego, la “suboficial González lo atendió”.
“Me preguntó el motivo de mi viaje, a lo cual respondí que era por trabajo. No pareció creerme, por lo cual le presenté mi carta de invitación al evento corporativo que tenía que asistir junto a mi acreditación. Esta ni se molestó en leerla. Solo la miró unos diez segundos y me la regresó”.
El abogado insistió a la suboficial para que le diera explicaciones de los malos tratos. La mujer le respondió: “Puede ser sincero conmigo, es lo mejor si quiere salir de esta situación. ¿Cuál es el motivo de su visita a México? Ya que vemos muchos venezolanos por acá y dan muchos problemas”.
Santiago Errazuriz es venezolano y también posee la nacionalidad chilena —pero no el pasaporte de ese país—. Trató de aprovechar su condición por lo que le pidió a la funcionario que contactara a la Embajada de Chile en México. “Ella se negó y me dijo: ‘Aquí los venezolanos no dan órdenes’”.
Le negaron la entrada a México. Lo deportaron. No le permitieron revisar su teléfono ni computadora. “Me sentí como un delincuente”, escribió el joven en Twitter. Lo escoltaron hasta que se montó en otro avión de regreso a Venezuela.
No se trata de hechos aislados. El país que asiste al llantén porque una nación como Estados Unidos busca reforzar sus controles migratorios y sus fronteras; es uno de los que peor trata a la migración..
Por lo visto México limitará por el norte con el muro de Trump y por el sur con el muro a los venezolanos…
— Luis Salazar (@2006_tiburon) 21 de marzo de 2018
México es más abusivo con los migrantes de Suramérica y Centroamérica que Estados Unidos
Según un reportaje publicado por el medio estadounidense USA Today y citado por la revista de periodismo, Sin Embargo, “investigadores y grupos de derechos humanos expresan que el trato que México da a centro y sudamericanos que intentan cruzar la frontera norte es peor que el que Estados Unidos da a los ilegales mexicanos”.
“Cientos de migrantes que huyen de la violencia en sus países de origen, en México ‘son presa de forma rutinaria’ de organizaciones criminales y de extorsiones por parte de las autoridades”, se lee en Sin Embargo.
“Los grupos de derechos humanos alegan que mientras los políticos mexicanos se quejan del maltrato de los inmigrantes mexicanos que huyen a los Estados Unidos, México es mucho más abusivo hacia los migrantes sudamericanos que buscan asilo o quieren pasar hacia Estados Unidos”.
El artículo de USA Today narra la historia de varios migrantes de Centroamérica cuyas vidas han empeorado; incluso luego de haber escapado de los dramas de sus países. De acuerdo con la nota, que fue publicada en 2016, el rechazo se orienta principalmente a los ciudadanos de Honduras y de otros países de la región central de América. Sin embargo, para el momento de la publicación del reportaje, el éxodo venezolano aún no se había empezado a sentir.
Los que nunca habían sido un problema —porque Venezuela jamás había sido un país de emigrantes; porque el venezolano nunca había tenido que huir de su nación, a diferencia de la mayoría de los nacionales de países de Latinoamérica—, ahora lo son. Ya no es esa migración profesional que se retiró al principio. Ahora es la que nadie quiere. Y ahí todos cobran su cuota de desprecio y xenofobia.
La xenofobia es una pared
El diseñador y arquitecto venezolano, Joely Lara, tampoco tenía intenciones de migrar a México. Hoy está en Nueva York y en 2017 viajó a Cancún para pasar vacaciones.
“Llegué a las diez de la noche. Una vez en migraciones, al pasar el pasaporte me preguntaron mi profesión y cuántos días me quedaban. La oficial no hizo nada en la computadora y me pasó a un cuartico, donde estaban todos los venezolanos de ese vuelo y unos colombianos”, escribió en su cuenta de Twitter.
“Luego de casi dos horas de espera me hicieron una entrevista donde me pidieron soporte económico, reservas de hotel, pasaportes, etcétera. Me preguntaron historial de viajes, si tenía visas (tengo la norteamericana y canadiense), me preguntaron hasta la lista de clientes (soy arquitecto) y el dinero que llevaba conmigo”, continúa.
Lara colaboró siempre con las autoridades de migración. Toda pregunta necia que hacían, se las contestaba. Pero, luego de esperar otra hora, le informaron que no iba a poder entrar a México.
“Me dijeron que no podía llamar a nadie y que ni la Embajada de Venezuela podía ayudarme. Que si podía llamar era para avisarles que me devolvían a Venezuela; por lo que me hicieron firmar un papel y me metieron en la famosa sala de espera con al menos otros 20 venezolanos”.
En esa sala estuvo ocho horas. El arquitecto estaba incomunicado porque las autoridades le habían quitado sus teléfonos, el bolso de mano y su pasaporte. Al final lo devolvieron “en un vuelo de Copa a Caracas. La sala tenía como 5 colchones sucios y un aire acondicionado para una pulmonía”.
“Mientras estábamos en la sala nos confesaron los de seguridad que la decisión se basaba simplemente en la nacionalidad, cumpliera o no los requisitos para entrar al país como turista”.
El trato que dan en los aeropuertos mexicanos a los venezolanos es pésimo. De todos los aeropuertos en los que he estado, los de México han sido los peores. Me han roto la maleta y demás. https://t.co/9kbnuKKrV4
— Le Corvo Mécanique (@CorvoMecanique) 19 de marzo de 2018
Es terrible. Un patrón claro. La xenofobia y el atropello que se convierte en política de Estado. Países como México —y Guatemala, que pide visa— aprovechan una terrible coyuntura para pisotear a quienes huyen de la mayor tragedia de la historia contemporánea de un país. Y también padecen los que no huyen pero son venezolanos.
Las denuncias son pertinentes. Como se señaló, no se trata de casos aislados. PanAm Post contactó a varios venezolanos que están en México y han manifestado estar al tanto de vejaciones similares.
A los primos de Andreína Suárez no los dejaron entrar a México hace unas semanas. Victoria Morreale sabe que a ocho venezolanos le impidieron lo mismo. “Están devolviendo y cuestionando a la gente que viene de Latinoamérica. Principalmente a los de Colombia y Venezuela”, dijo Morreale, joven estudiante en Ciudad de México.
A principios de febrero de este año, el rapero venezolano Manuel Alejandro Rodríguez —o Benzina— publicó una canción de protesta en YouTube. Versa sobre su experiencia en un aeropuerto en México. También fue maltratado.
“Salgo camino a migración (…) por fin llego a donde el funcionario. Entrego mi pasaporte. Me pregunta motivo de viaje al país. Le respondí que me invitaron a cantar en un evento y ahí empieza al interrogatorio”, canta.
A Benzina le preguntan si tiene pasaje de vuelta. Le piden información del hotel donde se hospedaría. Debe decir la dirección y no la sabe. Lo amenazan: “Si no nos dices no te dejaré pasar”.
El rapero, según relata en la canción, explica que vive en Medellín, que tiene el flyer del evento en el que se presentará. No importa. Igual debe pasar al “famoso cuarto”.
“Capto que estoy detenido porque no me dejan ni siquiera usar la laptop. Acto seguido veo que es un proceso chueco; veo que somos venecos [venezolanos] los que estamos en ese hueco”.
Su denuncia es muy similar a la de Lara, Errazuriz y la joven Vargas. Está en un cuarto con otros venezolanos. A todos parece esperarle lo mismo: el regreso a la desgracia.
“Uno me dice que los han tratado muy mal. Y de paso a todos nos están revisando el celular. Luego de tres horas en esta mierda llega la licenciada (…) que es la que decide quien entra”, continúa el rapero venezolano.
Benzina denuncia los malos tratos y la altivez de los funcionarios de migración de México. Cuenta que protestó y pudo captar la atención de otros funcionarios. Al final se dan cuenta de que es un rapero con cierta popularidad y le permiten entrar al país.
“Luego de cinco horas que llegué es que pude decir que por fin en el DF puse un pie. La xenofobia a nivel cultural es una pared. Pero asistí a la competencia”.
“No todos somos así”
Como algunos de los testimonios se hicieron virales en Twitter, varios ciudadanos mexicanos reaccionaron. Unos justificaron las agresiones. Aseguraron que se trata de un proceso regular que se aplica a todas las personas que ingresan al país. Otros dijeron que los mensajes son mentiras. Serían una campaña para desestimar a México.
“Lo que hicieron en el Aeropuerto Benito Juarez es un protocolo que se hace en todos los países: demostrar que vienen a lo que dicen, no venías de vacaciones por eso fue que te regresaron, no por ser venezolana. Hace días a un amigo español (periodista) que no comprobó su estadía no pudo entrar”, respondió una usuaria al relato de Oriana Vargas.
con información de Pnp
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