El presidente ruso, Dimitri Medvedev, felicitó el jueves a su homólogo chileno, Sebastián Piñera, por el rescate de los 33 mineros de San José, mientras que los rusos dicen envidiar a los chilenos y recuerdan el largo calvario en 2000 de la tripulación del submarino Kursk.
El presidente ruso, Dimitri Medvedev, felicitó el jueves a su homólogo chileno, Sebastián Piñera, por el rescate de los 33 mineros de San José, mientras que los rusos dicen envidiar a los chilenos y recuerdan el largo calvario en 2000 de la tripulación del submarino Kursk.
«Le felicito de todo corazón por el desenlace tan esperado de esta operación única de rescate de los mineros de San José», escribe Medvedev a su homólogo chileno, según un comunicado del Kremlin.
Esta operación «es una prueba brillante de que incluso las pruebas más graves se pueden superar con la voluntad y el valor de los hombres, unidos por un mismo objetivo», añadió Medvedev.
Los 33 mineros chilenos salieron a la superficie sanos y salvos esta semana al término de una operación de perforación y tras haber pasado más de nueve semanas a 700 metros de profundidad.
En internet los rusos expresaron por su parte cierta amargura, en un país en el que la última catástrofe minera dejó unos 90 muertos en mayo y donde se acusa de forma reiterada a las autoridades de no hacer el máximo para salvar vidas humanas.
«Es maravilloso nacer y vivir en un mundo normal y humano», escribe así un internauta en la web gazeta.ru, «si te ha ocurrido este milagro, es porque Dios te quiere. Si no, en Rusia, roba dinero del fondo de jubilación, corta los presupuestos y acepta los sobornos».
«Acuérdese de Putin y del Kursk… Allí, gente diferente, un presidente diferente, ¡ahí está la salvación!», subraya otro.
El naufragio del Kursk en el mar de Barents (noroeste) el 12 de agosto de 2000 emocionó al mundo entero en un dramático episodio de casi dos semanas.
El submarino, a 100 metros de profundidad tras sufrir una explosión, no fue alcanzado hasta el 21 de agosto. Moscú tardó cuatro días en aceptar una ayuda extranjera. Los 118 miembros de tripulación estaban muertos.
El entonces presidente Vladimir Putin esperó cinco días antes de interrumpir sus vacaciones y su sucesor, Dimitri Medvedev, también tardó en volver de su reposo este verano cuando los gigantescos incendios, que dejaron 53 muertos, arrasaban el país.