Después de seis días de escuchar a la fiscalía y testimonios de paramédicos, médicos, policías, asistentes personales del Rey del Pop y también personas del entorno de Murray, el juez Michael Pastor resolvió el 12 de enero llevar al médico a juicio y retirarle su licencia para practicar la medicina en California.
Este martes Murray deberá comparecer ante la corte para que le lean los cargos en su contra y, de ser hallado culpable, podría ser condenado a cuatro años de cárcel.
En la última vista oral hace dos semanas, la defensa de Murray pidió un receso para reclamar al juez que se abandonaran las acusaciones contra del médico.
Esta decisión de los abogados de Murray pudo ser una estrategia para apurar una decisión del juez sobre el juicio y detener así esta fase del proceso que sumó testimonios lapidarios contra el médico de Jackson.
La fiscalía acusó a Murray, de 57 años, de homicidio involuntario por haber administrado el poderoso anestésico propofol a Michael Jackson para ayudarlo a dormir y luego no supervisarlo de manera adecuada.
Se desconoce si el martes asistirán familiares de la voz de «Thriller», que no se perdieron la fase preliminar. Sus padres, Katherine y Joe Jackson, así como sus hermanos, Randy, Jackie, Janet, Rebe, LaToya y Jermain, siguieron en primera fila casi todos los días los testimonios del entorno de su integrante más famoso.
El fiscal de distrito adjunto, David Walgren, dijo al juez que Murray estuvo dándole propofol aJackson todas las noches por casi dos meses para poder ayudarlo a controlar sus problemas de insomnio, mientras preparaba la serie de conciertos en Londres «This Is It».
Walgren también enumeró una serie de fallas por parte del médico, que según él, no practicó bien los primeros auxilios ni llamó al número de emergencias 911 lo suficientemente rápido, ni le contó a los paramédicos lo que había hecho con el artista.
Médicos y paramédicos que atendieron a Jackson antes de pronunciar su muerte dijeron que cuando lo vieron parecía haber muerto entre una hora y 20 minutos antes de que se hiciera la llamada de emergencia.
Christopher Rogers, el médico del Instituto Forense de Los Ángeles que calificó la muerte de Jackson de homicidio el 25 de junio de 2009, dijo que el ídolo pop gozaba de buena salud antes de la sobredosis de sedantes que provocó un paro respiratorio al cantante de 50 años, de 1,80 metros y 62 kilos.
El médico forense recalcó que la muerte se debió a una sobredosis de propofol.
Conrad Murray reconoció haber administrado propofol al cantante el día de su muerte pero que lo hizo a pedido del paciente, y dijo que la dosis no era suficiente para provocar la muerte.
Entre los testigos figuraron declaraciones de ex mujeres del doctor y un farmaceuta de Las Vegas, que confesó haberle vendido 255 frascos de la anestesia casi dos meses antes de que Jackson muriera.