Opinión-. El Libertador Simón Bolívar dijo en alguna ocasión la frase: “un pueblo ignorante es instrumento ciego de sus propia destrucción”… Los años han pasado, la tinta se ha secado y el papel se ha pulverizado, no obstante la vigencia de aquella expresión sigue viva, y más vigente que nunca.
Cuando Venezuela vive la peor de sus crisis políticas, social, económica y moral, cuando hemos caído en un foso que pareciera que no tiene fondo, es la hora de voltear la mirada hacia la formación del ciudadano.
Y, tal vez, se preguntarán ¿cómo hablar de formación cuando tenemos una sociedad muriéndose del hambre? Y creo que sí es el momento de reflexionar sobre este tópico. Soy de la idea que la crisis venezolana debe ser concebida como un estremecimiento a una sociedad adormilada, a una ciudadanía ensimismada en sí misma.
Llegamos a esta situación gracias al criterio del “no le importa” o el “no me interesa”, el desapego por los asuntos comunes, esa antipolítica que surgió como una droga que aletargó a la sociedad haciéndola más apática, más distante y más aislada en sí misma, creó el escenario social que produjo la actual realidad que padecemos los venezolanos.
Debemos formar para avanzar; debemos educar para tener sociedades educadas, capacitadas, formadas y con una visión amplia en la ejecución de las acciones necesarias para el desarrollo y la sostenibilidad en el tiempo.
Y esta formación a la cual hago referencia, y que es tan vital para Venezuela, debe responder a los estándares internacionales, debe estar enfocada en la promoción del tipo de ciudadanos que requiere las sociedades modernas más conscientes del entorno y de las consecuencias del hoy para el futuro.
Más allá de toda crisis, como la que padecemos los venezolanos, está la existencia y/o la necesidad de la formación como el mejoramiento de nosotros mismos en la construcción de un mañana mejor.
En otras palabras, debemos formarnos para transformarnos como sociedad y así transformar el ambiente en el cual convivimos. Para trabajar en una transformación para mejor.
Nelson Mandela dijo alguna vez que: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”… Cambiemos al mundo, cambiemos nuestras realidades, cambiemos la crisis por oportunidades, cambiemos las dificultades por acciones, cambiemos al país que hoy tenemos, por una Venezuela de desarrollo, prosperidad y alegría.
Formemos al pueblo, para graduar ciudadanos; capacitemos al niño para que sea un hombre productivo. Formémonos hoy para construir país mañana.
La educación es la clave del desarrollo sostenible y sustentable en este siglo y en el próximo. Y además es la mejor inversión que puede hacer un Estado.
Ing. María Alejandra Malaver Bellorín / @malemalaver
Junta Directiva Nacional del CIV y Presidente de la ONG Gente y Ciudad