Opinión-. La formación se hace cada vez más importante para el empoderamiento del ciudadano en los asuntos de interés colectivo, es una de las piezas necesarias para alcanzar la democratización real y efectiva de las ciudades modernas.
Usted que me lee, y yo misma, tenemos que saber quiénes son los responsables de las diversas áreas de la administración local, a qué ente le corresponde tal o cual deber que cumplir.
Por ejemplo, ¿a quién le corresponde recolectar los desperdicios sólidos al Gobierno regional o al Gobierno local? ¿Quién es el responsable de asfaltar las vías internas y quién es el que debe rehabilitar las arterias viales principales?
Los ciudadanos tenemos que poseer un conocimiento al detalle de la realidad operativa de nuestras ciudades, y esto pasa por la constante formación y la adecuada información de la conducción administrativa de los municipios.
Además, tan o más importante que la formación ciudadana, es la formación de los empleados públicos; éstos deben entender que su papel es el de servir al ciudadano y no el de servirse de aquél.
No se puede hacer un manejo privado de lo público, los funcionarios del Estado deben hacerse responsables de lo que hacen o dejan de hacer, y aquí debo hacer bastante hincapié debido a que muchos actúan buscando sacudirse la responsabilidad y, como se dicen popularmente, “pelotearse” la responsabilidad con otros funcionarios y/o entes públicos.
Esto es el inicio de la anarquía, si nadie se responsabiliza de sus actos u omisiones, y no se aplican sanciones a los irresponsables, jamás podremos tener el cambio que tanto anhelamos como sociedad, por tal motivo es tan importante sensibilizar, adiestrar y formar a los funcionarios públicos de cuál es su real deber para con los ciudadanos.
La única vacuna, ante el sectarismo, en anacronismo administrativo y el endiosamiento de algunos funcionarios públicos, es la participación ciudadana, la cual genera incidencia (presión), contraloría, y propuestas para el permanente mejoramiento de nuestras ciudades.
Necesitamos tener ciudadanos más formados y mejor informados, para poder avanzar en la construcción de ciudades sostenibles, responsables y desarrolladas, y a la vez, necesitamos funcionarios que comprendan cuál es su papel como servidores, como ejecutantes y como promotores del desarrollo de los municipios. En conclusión, la calidad de vida es un trabajo que se logra entre todos.