Opinión-. A veces cuando pensamos un poco las cosas, si nos detenemos a reflexionar lo que ocurre a nuestro alrededor, llegamos a diferentes conclusiones las cuales son necesarias para entender a los demás, punto básico para ser empáticos e incluso para saber las razones que mueven las acciones buenas o malas de terceros.
Es por ello que he llegado a sintetizar esta realidad en una frase sencilla: «Eres lo que defiendes»… Pues, cuando defendemos algo lo hacemos simplemente porque nos identificamos con ello o porque lo amamos.
Cuando defendemos a nuestro país, lo hacemos porque lo sentimos nuestro; porque ese suelo, esa bandera, esa historia nos representan, nos hacen recordar cosas positivas y una carga emocional enorme que nos mueve a la acción. A tal punto que surge el nacionalismo – concepto que llevado al extremo se vuelve peligroso – como idea de un sentimiento.
Defendemos a nuestra familia porque la amamos, porque sabemos el valor de ella en nuestras vidas y nuestro rol en su seno. La defendemos porque es una proyección colectiva de nosotros mismos. He aquí la base del hogar y de la nación, nacen de la misma proyección del uno hacia el todos.
Ya sea el país donde nacimos o vivimos, ya sea la familia, nuestro gremio profesional o nuestro oficio, ya sea un movimiento en el cual pertenecemos (ecologistas, defensores de los Derechos Humanos, defensores de los animales, etc.) nos marca como personas y nos inclinan a comportarnos de una forma u otra.
Además, se acuerdan de aquella expresión «cada ladrón juzga por su condición» o aquella que dice «son caimanes del mismo pozo», ellas tienden a expresar en jerga popular el sentimiento de igualdad que atrae a personas de las mismas condiciones o preferencias, las cuales muchas veces se apoyan entre sí por natural solidaridad.
Ahora, cuando nosotros defendemos algo lo hacemos porque juzgamos que se lo merece, en ocasiones esta defensa es plenamente racional y justa, en cambio, otras ocasiones son plenamente irracionales e inmerecidas, e igualmente la hacemos porque nos atrae ese sentimiento de empatía, esto explica la frase «somos lo que defendemos».
Si alguien defiende a un ladrón – o por lo menos lo justifica – en el fondo lo hace porque hace o, por lo mínimo, hizo algo parecido en su pasado. Ahora bien, si en el caso de un gobernante, éste defiende la actitud equivocada o la mala acción de un contratista, nos deje pensar que lo hace porque es parte de ese mal proceder.
Sin duda, los refranes populares tienen una enorme carga de verdad en cada una de sus letras…
María Alejandra Malaver (@malemalaver)
Miembro de la Directiva Nacional del Colegio de Ingenieros de Venezuela
Embajadora de la ONU para la Enseñanza de los ODS
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