El dramático proceso inflacionario venezolano continúa en plena expansión y no se vislumbra que mejorará en el corto plazo. Por un tiempo, la rápida pérdida de valor del bolívar, anclado desde el 2003 a tipos de cambio oficiales fijos sobrevaluados, permitió a algunos afortunados vender sus dólares en el mercado paralelo, obteniendo importantes ganancias que les permitían cubrir sus gastos y financiar la producción o importación de bienes. Sin embargo, las condiciones actuales acabaron con ese cuento.
La caída de consumo podría superar este año el 10%, esperándose una contracción similar en el PIB, mientras que las reservas internacionales han caído aproximadamente 4.300 millones de USD, la inflación es la más alta del mundo, los índices de escasez de comida y medicinas son espeluznantes y el índice de confianza de los consumidores toca su piso histórico. Estas cifras son, por mucho, las peores de nuestra historia sin contar guerras.
Por lo cual, a la fecha, la oferta de bienes esenciales y no esenciales es claramente inferior a la demanda. De esta manera, el sistema de precios venezolano se encuentra tambaleante y volátil, mientras que no existen referencias claras sobre lo caro y lo barato.
Los precios están influenciados en gran medida por la cotización del dólar negro, principalmente en aquellos productos no esenciales, puesto que no existe otra manera de importarlos. Por otro lado, en el caso de los esenciales surge una paradoja: aunque los mismos tienen una tasa de cambio menor para la importación, establecida de esta manera para “proteger” el acceso a esos productos, el impago del gobierno a los proveedores y la contracción de las importaciones y la producción nacional distorsionan exponencialmente al alza los precios en esos mercados.
Los precios de los productos esenciales tienen una dinámica más acelerada, puesto que a precio regulado la demanda está hiperestimulada, siendo el bachaqueo el canal de distribución emergente que aparece para aprovechar la brecha abismal de precios. El 65% de la población declara comprar total o parcialmente artículos esenciales en el mercado negro, estando entonces impactada por el sobreprecio impuesto por el mecanismo del bachaqueo.
Por ello, la historia de que era barato comprar bienes en Venezuela con dólares pasó ya a otra vida. Los precios del bachaquero superan con creces los precios internacionales en dólares. Por ejemplo, el precio referencial del arroz en un bachaquero en Caracas es de dos mil bolívares el kilo, lo que se puede redondear a 2 dólares, mientras que el precio promedio en EEUU es de un dólar. Por otra parte, a mayor nivel de desabastecimiento, productos como el azúcar, que no se encuentran ni en el mercado negro, se convierten en tesoros, cotizándose a Bs. 3.500 por kilo.
Los precios del mercado negro superan los regulados entre 80 y 100 veces, mientras que el sobreprecio promedio que pagan los venezolanos es de 300 puntos porcentuales por encima de la inflación en productos regulados, y estos últimos ya superan 400%; es decir, se supera en inflación este año el 700%. En conjunto, la dolarización de los precios, más el exorbitante recargo cobrado por el bachaqueo, alimentan la inflación. Pero los salarios están pulverizados en bolívares.
Restando seis meses del año, que implicarán grandes retos para administrar las finanzas del hogar, la pregunta subyacente es: ¿tienes dólares o algún ingreso indexado al dólar? Si necesitas comprar comida, ir al odontólogo, arreglar la nevera, reparar el grifo, comprar repuestos y no te cobran en dólares (o su equivalente), por favor, pásame el dato. Si con dólares es cuesta arriba resolver la quincena, con bolívares la tarea será Misión Imposible.
Publicado en El Universal