Se trata de las elecciones nacionales más inusuales, ya que por la primera vez en toda la historia de Costa Rica uno de los dos candidatos se retiró de la campaña electoral alegando falta de fondos, así que el ganador fue casi predeterminado con antelación.
El 5 de marzo el candidato del Partido Liberación Nacional, que partió en febrero como favorito, Johnny Araya, anunció que no participaría en la segunda vuelta electoral para no gastar innecesariamente recursos y esfuerzos en la contienda, ya que los sondeos mostraban un porcentaje bajo de cara a una victoria. Araya anunció su decisión argumentando que tras sopesar la realidad, decidió concluir su campaña.
Después de este anuncio el candidato oficialista prácticamente desapareció del panorama político nacional y el mismo Luis Guillermo Solís —que desde entonces figuraba como el ganador virtual de estos comicios presidenciales— reconoció que a él le “tocó luchar con un fantasma”.
De todas formas, la Constitución de Costa Rica prohíbe a los candidatos retirar su postulación, por lo cual Araya, de manera formal, participó en las elecciones: en las papeletas estaban indicados los dos candidatos: Johnny Araya y Luis Guillermo Solís.
Al mismo tiempo, los representantes del Partido Liberación Nacional habían instado a sus simpatizantes ir a los colegios electorales y apoyar al candidato oficialista, que finalmente recibió el 22,31% de los votos.
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