Lückert llama a votar para «corregir el rumbo del país»

   Por considerar que el cambio que en 1998 prometió Hugo Chávez no ha estado «a la altura de las exigencias», el arzobispo de Coro, monseñor Roberto Lückert, llamó a los ciudadanos a concurrir en masa a las urnas este 26 de septiembre para «corregir el rumbo del país y luchar contra las permanentes enfermedades de la democracia venezolana: La corrupción, los privilegios, la falta de continuidad administrativa, el clientelismo político, el exagerado gasto fiscal, el deterioro moral de estructuras e instituciones públicas».

La invitación la hizo el también segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal en la carta pastoral que ayer difundió con motivo de la festividad de la patrona nacional, la Virgen de Coromoto.

El prelado indicó que en la próxima cita electoral no está en juego solo la renovación del Parlamento, sino «el futuro del pueblo y de su convivencia, puesto que el primer servicio de la Asamblea Nacional es el diseño, elaboración y aprobación de leyes que serán aplicadas a cada uno de los venezolanos (…) Por eso, la función directa de este cargo está en relación con la vida de los ciudadanos, allí se coartan o se promueven libertades».

Tras recordar que el Legislativo «ejerce un control de las acciones de los gobernantes», Lückert alertó a los ciudadanos sobre los riesgos de volver a tener un Parlamento «unicolor, silencioso, sumiso y temeroso» y puso como ejemplo el caso de las miles de toneladas de alimentos vencidos, sobre las cuales dijo que nadie ha ofrecido una explicación satisfactoria ni se ha castigado a los responsables.

La actual Asamblea se ha negado, al menos una docena de veces, a investigar el caso, aun cuando la Constitución la faculta para ello.

El arzobispo de Coro también fustigó el hecho de que pese a los «inmensos recursos económicos» recibidos en la última década no han mejorado ostensiblemente los indicadores sociales y, por el contrario, «sin llamarnos a consulta a todos los venezolanos, que somos los verdaderos propietarios del erario público, de manera unilateral y sin presentar cuentas, gran de estos recursos económicos se han repartido en dádivas de todo género a otras naciones».

Por último, hizo alusión a los abstencionistas, diciendo: «Por los pecados de omisión también seremos juzgados».

jalonso@eluniversal.com