Las faldas poco acertadas de la eterna aspirante a princesa del pop, los conjuntos oscuros de la intérprete de ‘Believe’ y los calcetines azules con tacones que luce la atractiva joven barbadiense —mención aparte para sus estampados florales— han llevado a estas artistas a atraer las miradas de todos los críticos de moda, que no han visto con buenos ojos su forma de llamar la atención.
En otro nivel está la hija de Madonna, que no se queda corta en su peculiar forma de vestir. Lourdes, criticada en otras ocasiones por lucir un frondoso entrecejo, aparece en esta ocasión en la lista de los horrores debido a unas medias rotas y un conjunto más propio de una chica de la periferia que de la niña preferida de mamá. Quizá Madonna tenga miedo de que su hija adolescente le robe algún novio.
Otras bellezas como la cantante Ke$ha, que ha aparecido en algún evento público con purpurina en la cara o los labios azules como si se hubiera tragado un pitufo; o Helena Bonham Carter, que siguiendo los pasos de su siniestro esposo, el director de cine Tim Burton, ha recurrido al negro en sus vestidos, tampoco se libran de esta quema de telas y colores a las que han de asistir obligatoriamente todos los famosos cada fin de año.