Pantalón negro ajustado, chaleco a la cadera, grecas plateadas de arriba a abajo, camisa blanca, corbata de rebozo a juego, hebilla lustrada justo sobre la pelvis y sombrero, Alejandro Fernández sale al escenario a las 9:04 de la noche y de inmediato alborota las hormonas de miles de jóvenes treintañeras, cuarentonas y un poco más, que se dan cita desde dos y tres horas antes en la terraza del Ccct para ver de cerca a su ídolo.
Con un popurrí de canciones populares mexicanas como Dónde vas tan sola, La mitad que me faltaba y Te juro, «El Potrillo» -como lo bautizó su padre Vicente Fernández- comienza a lanzar flechazos directo al corazón de sus fanáticas. Disparos románticos, algunos. Detonaciones machistas, otras, que no causan sin embargo la menor sospecha femenina y despiertan más bien griticos de preclímax.
Fórmula infalible, con las primeras descargas musicales -como Loco, Si he sabido amor, Estuve, Nube perdida, Abrázame, Tu amor me hace tanto bien, Se me va la voz y Cuando digo tu nombre– Fernández, ya entrado en canas, el cabello empapado de sudor, barba rala, y voz de machazo, logra acariciar y seducir a sus presas.
Pero he aquí que, de cuando en cuando, suelta el «Potrillo» el duro latigazo con temas como Matálas, que, dice, se las dedica a los hombres para que sepan que a las mujeres hay que «asesinarlas» con una «sobredosis de ternura» y «asfixiarlas con besos y dulzuras».
O como Nalgadas, que, no lo esconde, ha recibido muchas críticas a pesar de que jura que la intención no era agredir a las féminas sino más bien rendir homenaje a cantores de la talla de Jorge Negrete y de su propio padre.
«Sólo que fue escuchada una tarde de domingo por una mujer que tenía más de un mes sin novio», se atreve a soltar el cantante mexicano refiriéndose a la polémica desatada por el mensaje del tema. «Así que ya se imaginarán lo amargada que estaba», continúa antes de pedir que se cambien el chip y advertir que las nalgadas que vendrán son de cariño y con pencas de maguey sin espinas para que no duelan tanto.
Ya sin el traje de charro, Fernández le deja más espacio al romance. Ahora con franela chupi chupi negra que deja al descubierto tatuajes, bíceps y tríceps aquilatados, y jeans ajustados, satisface con sus mejores baladas, como Canta corazón, Me dediqu´é a perderte y, poco antes de terminar, Tantita pena y Si tú supieras.