Después de sus acusaciones de delitos sexuales, calificadas de “montaje” en numerosas ocasiones por Julian Assange, la “Señorita A” y la “Señorita W” viven lejos de la atención mediática: una ha cortado su teléfono y la otra se ha mudado a Cisjordania con una misión cristiana.
La AFP ha optado por no revelar sus identidades, mantenidas confidenciales por la justicia sueca en nombre del secreto de la instrucción.
La “Señorita A”
Su encuentro con el australiano de 39 años se sitúa en torno a una conferencia de prensa del dirigente de WikiLeaks, el pasado 14 de agosto en Estocolmo, organizada por una corriente cristiana del partido socialdemócrata sueco, bautizado “Fraternidad”.
La “Señorita A”, que trabaja para ese movimiento, hace ahí de encargada de prensa improvisada de Assange.
Como lo atestiguan los informes de audiencia de las dos mujeres por la policía, de los que ha recibido copia la AFP, la “Señorita A” aloja al australiano en su estudio de Estocolmo desde su llegada a Suecia, el 11 de agosto.
Según la prensa popular sueca, que ha completado los pasajes expurgados de los detalles íntimos de los informes policiales, allí mantienen varias relaciones sexuales, entre ellos las del 14 y 18 de agosto que la “Señorita A” denunciará como agresiones sexuales, agravadas por la negativa de Assange de utilizar preservativo.
Según las audiencias, Assange sigue no obstante en ese estudio hasta el día 20, y el 15 acude en su compañía a una “kräftskiva”, degustación de cangrejos en general bien acompañada de alcohol.
En su blog, que sigue activo, la sueca de 31 años se describe como “politóloga, comunicadora, emprendedora, redactora free-lance con conocimientos particulares sobre fe y política, cuestiones de paridad, feminismo y América Latina”.
Su memoria universitaria consagrada al multipartidismo cubano, su admiración expresada por el expresidente argentino Néstor Kirchner, así como uno de sus artículos que explica en siete puntos cómo vengarse de un examante suscitan numerosos rumores que la llevaron a reaccionar en Twitter.
“Agente de la CIA, feminista rabiosa/amante de los musulmanes, integrista cristiana, lesbiana y mortalmente prendada de un hombre, ¿se puede ser todo esto a la vez?”, reacciona.
La “Señorita W”
En la conferencia del 14 de agosto, con un pullóver rosa fluo, otra mujer joven se sienta en primera fila: la “Señorita W”.
Su vida es menos conocida que la primera, pero es ella la que está detrás de la acusación de violación contra Julian Assange, que habría abusado de ella mientras dormía para imponer una relación sexual sin preservativo.
En su declaración, explica que vio a Assange por televisión y lo encontró “interesante, valiente y admirable”.
Cuando supo que daba una conferencia en Estocolmo, se tomó un día de descanso. Insistió luego para pasar la tarde con el número uno de WikiLeaks y sus amigos y se acabó encontrando a solas con él. Flirtean en la oscuridad de un cine y poco después el australiano le dice que la encuentra “muy atractiva”, según la audiencia.
El 16 por la noche, queda con Assange y lo invita a su domicilio, en Enköping, a 50 km de Estocolmo. En ese momento se producen las relaciones sexuales que denuncia.
Comparten el desayuno al día siguiente y la “Señorita W” dice a la policía que quiso “desdramatizar lo ocurrido”.
Más adelante se puso en contacto con la “Señorita A” y descubre que también ella tuvo relaciones sexuales no protegidas con Assange. El 20 de agosto, las dos mujeres se personan en comisaría, según su abogado Claes Borgström, “para pedir consejo, sin estar seguras de presentar denuncia”.
“Cuando contaron todo a la agente de policía, ella vio que le estaban contando un delito. Se lo comunicó a la fiscal, que decidió dictar la detención de Assange”, explicó.
Al día siguiente, el caso saltaba a la primera plana del diario Expressen.