En los últimos días la prensa oficial ha adelantado detalles sobre los oficios y regulaciones en los impuestos para quienes opten por el trabajo por cuenta propia, dentro del proceso de ajustes laborales emprendido en la isla, donde reina cierta confusión y dudas sobre el tema.
Hace dos semanas el diario Granma, portavoz del gobernante Partido Comunista, informó de que las licencias se podrían pedir a partir de octubre, pero en las Oficinas Municipales de Trabajo encargadas del trámite en La Habana, hoy no existía todavía una normativa precisa sobre la fecha en se que abrirán los plazos para la petición de licencias.
Empleados de cinco de estas oficinas consultados por Efe indicaron que no han recibido aún normativa sobre el proceso y solo en una de ellas precisaron que podría comenzar el próximo día 4.
Mientras tanto, la ampliación del trabajo privado sigue dando que hablar en la calle. Natalia, una jubilada de 68 años, dijo hoy a Efe que ha decidido abrir una cafetería de comida ligera porque su pensión no alcanza y «ahora hay licencias y dan facilidades», aunque no tiene idea de a dónde dirigirse ni qué hacer al respecto.
«Yo no robo, y aquí el que no roba no vive», añadió Natalia y admitió que una de las dificultades que encuentra para sus planes es conseguir los «materiales» básicos para su posible negocio.
El negocio de las cafeterías fue uno de los más populares cuando el Gobierno cubano abrió por primera vez la opción de licencias para trabajadores por cuenta propia a inicios de la década de los noventa, ante la crisis económica que enfrentó la isla con la caída del bloque socialista.
Norma Matos, de 52 años, una de las pioneras en abrir un puesto privado de comida ligera en aquello años, afirmó hoy a Efe que ahora le gustaría ampliar su negocio porque su familia ha crecido, pero sólo se atrevería si el Gobierno garantiza la venta de suministros.
«Mis ventas las tengo que hacer en pesos cubanos, pero la materia prima sólo la puedo conseguir en las tiendas en divisas y son esos comprobantes los que me exigen los inspectores», explicó Matos, para quien la nueva apertura tendrá el talón de Aquiles de la doble moneda que circula en Cuba y el peligro de que se extienda la corrupción.
La flexibilización del trabajo por cuenta propia forma parte de los ajustes laborales impulsados por el Gobierno tras el anuncio de que se eliminarán medio millón de empleos públicos en los próximos seis meses, hasta lograr plantillas donde al menos el 80 por ciento de los trabajadores esté vinculado directamente a la producción.
Para ello, se ha abierto el espectro de opciones en el sector no estatal con alternativas que también incluyen la entrega de tierras agrícolas en usufructo y el cooperativismo.
En opinión de Jesús Díaz, quien hace 20 años sacó una licencia como «ponchero» (dedicado a reparar e inflar neumáticos) en un barrio de La Habana, la gente aún no tiene «una idea clara» de lo que vendrá y «no confía».
«En la primera apertura en los años noventa mucha gente sacó licencias y después el mismo Estado se las fue quitando por una razón u otra, a mi mismo me han puesto 20 obstáculos», indicó Díaz, de 42 años.
Según Rafael, empleado de un taller particular de reparación de bicicletas, el mayor «miedo» de mucha gente está en el monto de los impuestos a pagar y en cómo lanzarse a un negocio propio «de la nada», sin «capital ni garantías».
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