Además, Guerra señala que a partir del 2002 se embarca el Gobierno de Chávez a un ritmo suicida al incremento de la deuda pública, pero lo que más daño ha hecho es la política de estatizaciones de empresas, situación que hace insuficiente los ingresos petroleros.
A continuación la columna de José Guerra, tal como la publica este miércoles en Tal Cual:
¿Cuánto debe Venezuela?
El endeudamiento de la Venezuela contemporánea comenzó durante el primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez, entre 1974 y 1978. Fue una verdadera vorágine de deuda la que sufrió Venezuela ese tiempo y buena parte de los problemas que hoy padecemos se incubaron durante esa administración. Y cuando suponíamos que habíamos aprendido la dolorosa lección, el Gobierno de Hugo Chávez la está repitiendo casi al pie de la letra. Con un alza de los precios petroleros que pasaron de de US$ 3,5 por barril en 1973 a US$ 10,3 por barril, se lanzó CAP a un ambicioso plan de desarrollo llamado la Gran Venezuela que se basó en un aumento de la presencia del Estado en la economía tanto en su rol de regulador como el de empresario. Comenzó el Estado a crear empresas de todo tipo que se fueron tragando los jugosos ingresos petroleros y al ser estos insuficientes, se recurrió al endeudamiento público.
Saltó la deuda nacional de US$ 1.708 millones en 1973 hasta US$ 11.418 millones en 1978, es decir, de 10% del PIB a 29% del PIB. Con esa deuda se beneficiaron muchos pero perdió el país. Se tuvo, años después, que sacrificar el gasto social para cancelar los intereses de ese endeudamiento y luego vender parte de las empresas fundadas a precios de liquidación ante su inminente bancarrota. Mientras Venezuela se intoxicaba con una falsa bonaza, donde unos disfrutaban y otros se enriquecían ilícitamente, dos ciudadanos ilustres, Juan Pablo Pérez Alfonzo y Jorge Olavarría advertían el rumbo equivocado que llevaba el país. Pocos les hicieron caso. Pérez Alfonzo se declaró en rebeldía contra su propio partido y bautizó al plan de CAP, como el PDN, el Plan de Destrucción Nacional. Con Chávez sucede algo similar. Cabalgando sobre el sentimiento de una Venezuela frustrada y decepcionada asume el poder Hugo Chávez en 1999 y se encontró con una Venezuela con un nivel de endeudamiento relativamente bajo porque la administración de Caldera, prácticamente no gobernó sino que se dedicó a dejar en orden las finanzas públicas. Aún con una caída de los precios petroleros en 1998, Caldera hizo importantes amortizaciones de la deuda.
A partir de 2002 se embarca el Gobierno de Chávez a un ritmo suicida al incremento de la deuda pública. Pero lo que más daño ha hecho es la política de estatizaciones de empresas, situación que hace insuficiente los ingresos petroleros y obliga al Gobierno a tener que endeudarse. El curso que ha tomado la deuda pública nacional se parece al que adquirió cuando CAP I porque ocurre en un contexto de alza importante de los precios del petróleo. Cuando hay una situación de frenesí a muchos se les nubla la vista y aparentan no ver los problemas que se comienzan a formar. Actualmente, con el presidente Chávez ha aparecido una modalidad de endeudamiento inédita en Venezuela: la gigantesca deuda que está amasando Pdvsa. Esta empresa o lo que queda de ella le debe al todo el mundo: a quienes compran sus bonos, al BCV, a los bancos extranjeros, a los contratistas y proveedores, a los expropiados, quienes no han recibido sus pagos y a los trabajadores a los cuales no se les honra su contrato colectivo. El que no quiera ver que no vea, pero lo cierto es que el nivel de endeudamiento de Venezuela se está tornando un verdadero peligro para el futuro y las nuevas generaciones. El conglomerado de empresas públicas que está quebrado, semi quebrado o en proceso de quiebra, está devorando el presupuesto nacional.
En la fiesta de demagogia que vive Venezuela, los aprovechadores de turno se frotan las manos cada vez que el presidente Chávez anuncia un nuevo programa porque anticipan que algo quedará a los disfrazados de empresarios. Igual sucede cuando se fija en una empresa a ser expropiada. Los candidatos a dirigirla comienzan a afinar el lápiz y proyectar sus futuros ingresos en sus cuentas particulares. Por ese camino, la deuda nacional ha trepado a la cifra de US$ 112.425 millones hasta febrero de 2010, en un cálculo aproximado, en vista de la falta de actualización de las estadísticas fiscales en Venezuela. Todo ello se documenta en el cuadro adjunto. Como siempre, los interesados en que siga el festín de la deuda apelan a los supuestos bajos niveles de endeudamiento respecto el PIB, sin tomar en cuenta la extraordinaria volatilidad de la economía venezolana.
El nuevo Gobierno que puede darse Venezuela a partir de 2012 va a tener que ser muy riguroso con el tema de la deuda ya contraída. Pagar lo que se deba y plantearse una política más racional de las nuevas emisiones y no dejarse llevar por los cantos de sirena de interesados en lucrase con el endeudamiento del país.