La obesidad es un fenómeno cada vez más popular en el mundo y representa un alto costo para los sistemas de salud de las naciones que padecen altos índices de este fenómeno. Pero además refleja un problema psicocultural entre los habitantes de un país y evidentemente esta ligado a la cultura fast food entre otros factores.
Algo que no deja de llamar la atención es que a pesar de que México es hoy el primer lugar del mundo en obseidad, es evidente que esto se debe en buena medida a la enorme influencia cultural de la alimentación estadounidense, país vecino (tan lejos de dios y tan cerca de Estados Unidos, dice el refrán popular). Pero este factor tampoco exime de responsabilidad a las autoridades mexicanas encargadas de regular los rubros de la salud, la actividad física y, en particular, la alimentación.
De acuerdo con datos revelados en un reporte de la la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) el 50% de la población de sus países miembros califica como obesa, y a pesar de que los presupuestos siguen elevándose para combatirla, las ineficaes estrategías con las que se aplican los recursos parecen estar perdiendo la batalla. Como ejemplo tenemos a España, con aproximadamente un 53% de habitantes con sobrepeso y que a pesar de destinar el 7% de su presupuesto total de salud las cifras siguen elevándose. De acuerdo con el reporte, cada 15 kilos que una persona aumenta por encima de su peso normal se aumenta en un 30% el riesgo de una muerte temprana.
El ranking con los diez países que mantienen mayores niveles de obesidad entre su población es:
1- México (69.5%)
2- Estados Unidos (68%)
3- Nueva Zelanda (62.6%)
4- Australia (61.4%)
5- Reino Unido (61.4%)
6- Irlanda (61%)
7- Islandia (60.2%)
8- Canadá (60%)
9- Chile (59.7%)
10- Grecia (58.4%)