Tres municipios distribuidos en valles rodeados de altas montañas, que constituyen una bella sierra de veraneo para los que huyen del calor de Rio de Janeiro, se convirtieron en unas pocas horas en un escenario de devastación, con masivos aludes de lodo y agua, provocando más de 400 fallecidos contabilizados hasta la tarde de ayer, señaló AFP.
«Tras días sin parar de llover, tuvimos una lluvia absolutamente extraordinaria. En ocho horas la noche del martes al miércoles pasado llovió lo previsto para todo el mes y eso provocó avalanchas con piedras y tierra, que fueron ladera abajo, llevándose las casas por delante», explicó el coordinador del laboratorio de Hidrología de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Paulo Canedo.
Casas y posadas de veraneo, urbanizaciones de clase media y barriadas populares, autorizadas e ilegales, pagaron con la misma intensidad la furia de la montaña y la lluvia.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, prometió ayudar en el rescate de las víctimas y en la reconstrucción de las ciudades destruidas por las lluvias que azotaron Río de Janeiro.
La gobernante liberará 464 millones de dólares para ayudar a las víctimas de problemas climáticos en varias regiones de Brasil, aseguró que adoptará «acciones concretas» de apoyo a Río de Janeiro, no sólo para rescatar a las víctimas, sino también para ayudar a los afectados, indicó DPA.
Los números de la peor catástrofe vivida por la región serrana de Río tienden a seguir en aumento, ya que los socorristas todavía no lograron acceder a las zonas más afectadas.
El gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, quien acompañó a Rousseff, recordó que el servicio de meteorología pronosticó más lluvias para los próximos días en la región serrana del estado, y pidió a la población abandonar sus casas, en caso de que estén ubicadas en áreas sujetas a derrumbes o inundaciones de ríos.