En este sentido, Villegas indicó que es “lamentable para el ejercicio de la política el cobro a los candidatos que participaron en la consulta”.
Esta es la columna que nos ofrece El Nacional:
Las primarias de la oposición tienen que ser valoradas como un hecho positivo, más allá de que el número de candidatos sometidos a la consulta popular haya sido ínfimo con respecto a la totalidad de cargos de elección popular a disputarse el venidero 26 de septiembre, y de que las cifras de participación fueron también muy modestas.
Es positivo que las bases de los partidos y los electores en general tengan la oportunidad de incidir en la selección de candidatos. Esto es un hecho democrático que sólo una mente mezquina puede negar.
Lo lamentable es que se sentó un precedente negativo para el ejercicio de la política como lo es el cobro a los candidatos que participaron en la consulta. No se puede consentir la privatización de esta actividad porque ello implica nada más y nada menos que impedir la participación en igualdad de condiciones a todos los sectores.
Cabría preguntarse cuántos candidatos dejaron de inscribirse por falta de 20.000 o 25.000 bolívares, e, incluso, cuántos de ellos habrían tenido chance real de alzarse con la nominación.
Por ello, el financiamiento público de las campañas electorales debe aprobarse sin ningún tipo de complejos. Y así evitamos que dinero en exceso, de buena o mala procedencia, influya en los resultados más que las propuestas o los méritos de los aspirantes.
Otra sombra en este proceso ha sido el forcejeo entre quienes reclamaban primarias en mayor cantidad de circuitos y los factores que se inclinaban por la fórmula de acuerdos “consensuales”, sobre la base de las votaciones obtenidas por los partidos políticos en los últimos procesos.
De hecho, en la confección de las propuestas opositoras para circuitos no sometidos a consulta popular y para las listas, quedó fuera, por ejemplo, una figura como Enrique Mendoza. Este forcejeo le puede salir caro a la oposición si el ex gobernador decide abrir tienda aparte y lanzarse como candidato.
Pero hay algo más, y es la presencia de ciertos nombres que son referencia del viejo pasado político al cual no quieren volver buena parte de los electores opuestos al gobierno de Hugo Chávez. Y por allí vendrán, sin duda alguna, no pocos ataques desde el PSUV.
Si, como parece, en medio de esta coyuntura surgen candidaturas al margen de los acuerdos de la Mesa de la Unidad opositora, no es de extrañar que a mediados o finales de la campaña electoral los dirigentes de la referida mesa se vean obligados a revisar algunas de las candidaturas escogidas sin proceso primario.
Si bien la oposición se anotó un éxito con estas primarias porque legitimó con el voto popular una parte de sus candidatos, todavía le esperan días duros para frenar no sólo la incontinencia verbal entre algunas de sus figuras.
Sino también para evitar que casos como el de Mendoza, y quién sabe si el de Goicoechea, enviado a regañadientes al Parlatino, coloquen patas arriba no sólo la Mesa de Unidad sino los acuerdos alcanzados en ella.
La derrota de algunas maquinarias políticas en el Distrito Capital y en Carabobo evidencia que los imponderables pueden hacer de las suyas en estas venideras elecciones parlamentarias, por lo cual apenas se inicia, después de estas primarias opositoras, la nada fácil tarea de terminar de sellar una unidad que todavía luce frágil y en no pocos casos sustentada en acuerdos que privilegian a representantes de aparatos partidistas, que nada dicen al elector, por encima de liderazgos reconocidos, sean o no militantes.
Veremos si el venidero domingo el PSUV logra salir bien librado de su proceso de selección de candidatos y hasta qué punto se impondrá la voluntad de las bases, por encima de la irrefrenable tentación de sustituirla por la voluntad de uno o pocos dedos.
Vladimir Villegas
Las primarias opositoras y las patas de la mesa