Esto se debe a que, en los últimos ocho años, el dólar pasó de cambiarse por unos 3.000 pesos colombianos, a cerca de 1.850 pesos.
En un sector que exporta el 97% de su producción, por lo que depende en gran medida de las tasas de cambio, esto se tradujo en un incremento del 135% en los costes laborales y en la pérdida de unos 20.000 empleos, según datos de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores).
Para mitigar esta coyuntura, los exportadores de flores colombianos intentaron acceder a coberturas cambiarias, unos instrumentos que permiten comprar o vender divisas a futuro, con precios, cantidad y fecha de transacción previamente pactados, lo que minimiza el riesgo asociado a la volatilidad del tipo de cambio.
Sin embargo, la fluctuación del dólar en los últimos años provocó que las entidades financieras sean muy conservadoras a la hora de cotizar los futuros de dicha moneda, fijando precios inferiores a los que alcanza en el día de ejecución, con lo que disminuyen incluso más los ingresos de los floricultores, explicó a Efe el vicepresidente de Asocolflores, Richard Franklin.
Es por eso que, aunque el 80% de sus ventas sigue teniendo como destino los EE.UU., los exportadores de flores colombianos quieren aumentar su presencia en otros países, como por ejemplo Rusia, que ya supone el 5% de sus ventas, Inglaterra (5%), o Japón (3,5%).
Con el objetivo de incrementar su competitividad, también prueban con el transporte marítimo, que se demora más que el tradicional avión, pero resulta mucho más barato.
Aunque con un producto perecedero como las flores, el tiempo perdido en un barco supone todo un desafío, los productores colombianos lo sortean con cadenas de frío que alargan la vida de los tallos.
Gracias a este proceso de diversificación, 89 países reciben cada semana al menos una caja de las vistosas flores colombianas.
De esta manera, Colombia se erige como el segundo exportador de flores del mundo, por detrás de Holanda, al vender 220.000 toneladas cada año a otros países, lo que equivale a una facturación anual de 1.000 millones de dólares promedio.
San Valentín, el día de los enamorados, representa el 15% del volumen anual de dichas ventas, es decir, entre 150 y 200 millones de dólares.
Este año la flor favorita para la celebración del próximo 14 de febrero será la rosa roja de la variedad “freedom”, una de las 50 que tiene la especie.
Otro problema que podría enturbiar la fiesta del amor a los productores de flores colombianos son las consecuencias del tenaz invierno que azotó Colombia el año pasado, que, además de 300 muertos, 2,23 millones de damnificados y más de 60 desaparecidos, dejó 1,32 millones de hectáreas cultivables dañadas.
Afortunadamente Asocolflores solo tiene el reporte de una finca floricultura que haya perdido toda su producción por la ola invernal, en un terreno de siete hectáreas frente a las 7.000 que existen en el país destinadas a esta actividad.
No obstante, el exceso de lluvias, humedad, y la falta de luminosidad podrían haber propiciado la aparición de enfermedades en los cultivos y un retraso en la producción.
A falta de datos definitivos, los cultivadores confían en que las medidas de precaución que tomaron para cuidar de sus flores, como los mantos térmicos y la ventilación de los invernaderos, hayan servido para que este San Valentín sea una fiesta en la que todo el mundo salga ganando salud, dinero y amor. EFE
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