El parecido con las prácticas de los años 30 ha desatado la condena internacional.
Juristas y activistas humanitarios han denunciado la práctica de la Policía checa de escribir números en los brazos de los refugiados que están entrando estos días al país en tren. Según el periódico checo «Prague Post», los inmigrantes que llegan a la estación en Břeclav son marcados con un rotulador. Las autoridades defienden su acción alegando que es necesario para identificar a las miles de familias que estos días pasan por su territorio rumbo a Alemania. Los activistas humanitarios, las oenegés y los colectivos de defensa han acusado al gobierno por esta práctica, ya que recuerda, afirman, a las que se realizaban en la Alemania Nazi. Consideran, en ese sentido, que «ninguna ley permite esto».
Břeclav está ubicada en Moravia Meridional y ofrece un paso directo a Austria por tren, siguiendo las viejas vías ferroviarias del Imperio. En total son 214 los refugiados que ayer permanecieron en los trenes en esta estación de tránsito. Según Kateřina Rendlová, portavoz de exteriores de la república checa, a la prensa checa «es difícil decir cuántos de estos refugiados tienen los documentos necesarios. De hecho, la mayoría no tiene ninguno. Ninguno de los detenidos tenía permiso para entrar en nuestro territorio: por eso los detenemos». La portavoz afirma que habían «115 hombres, 38 mujeres, y 61 niños, siendo 196 sirios». El resto venían de Pakistán, Afganistán, Bangladesh e Iraq.
La situación en la zona austrohúngara es límite: ayer la estación internacional en Budapest, en Hungría, se debió evacuar al ser desbordada por el número masivo de personas en busca de asilo que confían en alcanzar Viena o Múnich. Ha habido como consecuencia protestas entre los afectados, y la policía húngara debió evitar una revuelta. Según el gobierno húngaro, «el sistema ha fallado por completo y está quebrándose delante de nuestros ojos».