Los más de 600 traslados que se han realizado de la replicas y las visitas que ha hecho la Santa Reliquia a diferentes instituciones de la ciudad, son una muestra de cómo la fe del pueblo zuliano se ha fortalecido gracias al milagro de la Renovación de la Fe Mariana, el cual cumple hoy 301 años y que a su vez significa la clausura el Año Jubilar de La Chinita, decretado para esta misma fecha, pero del año pasado.
Eleuterio Cuevas, párroco de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, explicó que este año se ha visto un aumento exponencial en las visitas que los feligreses, tanto del estado como del interior del país, que han realizado al templo; además del compromiso adquirido por cada creyente zuliano, para que no se quede en algo de una fecha sino de un compromiso de vida.
Cuevas señaló que a pesar de que se clausura el año jubilar, seguirá trabajando como se viene haciendo y hasta más fuerte para lograr que el pueblo zuliano se convierta en mejor cristiano “de cara a la solidaridad, fraternidad y respeto a la vida que es lo que más ansía la Virgen”.
Color esperanza
Como La Chinita renueva sus colores cada 18 de noviembre, el pueblo zuliano ha visto renovaba su fe en torno a la veneración de la santa imagen de la Reina Morena, que este año celebra 301 años de aquel milagro mariano protagonizado por María Cárdenas.
Así lo expresó Monseñor Ubaldo Santana, arzobispo de Maracaibo, a través de un comunicado con motivo de esta importante fecha. En el mismo acota que a través de ese prisma, que da la impresión que cada año se ve más nuevo, la Virgen nos recuerda la presencia de Dios en cada aspecto de la vida de sus devotos y que debe reencontrarlos con la gracia salvadora de su hijo, es decir Jesús.
Santana asegura que ese el milagro mariano, también invita a la iglesia local a emprender el camino de la espiritualidad y de la comunión lo cual está en sintonía con el proyecto de Renovación Pastoral y de Evangelización que lleva a cabo la Arquidiócesis de Maracaibo.
A 301 años del milagro
Según cuenta la tradición, La Chinita llegó a Maracaibo sobre las olas del lago en el año 1749. María Cárdenas, una sencilla mujer, acababa de lavar su ropa en las orillas del lago del estuario, cuando repentinamente vio flotando una tablita de madera, la cual recogió pensando que le podría ser útil para tapar la tinaja de agua que tenía en el corredor de su casa. A la mañana siguiente, cuando estaba colando el café, la mujer escuchó unos golpes como si alguien estuviera llamando.
Fue a ver lo que sucedía y quedó sobrecogida de asombro al ver que la tablita brillaba y que aparecía la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá. Por tal motivo, la mujer comenzó a gritar “¡Milagro!”. Luego de lo sucedido, numerosas personas acudieron a presenciar el prodigio, convirtiendo la casa de la humilde mujer en un lugar de veneración de la Virgen por parte de múltiples creyentes.
Al tiempo de lo acontecido, en casa de la humilde lavandera, las autoridades de Maracaibo decidieron realizar una procesión en honor de La Chinita. Cuenta la leyenda que la Virgen era llevada en hombros por dos hombres elegidos por el propio Gobernador, cuando al doblar una esquina, la imagen se puso tan pesada que impidió su recorrido. Finalmente, después de muchos ruegos al cielo y súplicas a la Reina Morena, uno de los presentes exclamó: “Tal vez la Virgen no quiera ir a la Iglesia Matriz y prefiera el humilde templo de San Juan de Dios“. Fue allí, donde la propia Madre de Dios, decidió quedarse por siempre.