La entrevista a Henry Ramos Allup publicada por ciudadccs.info.
—Como súper veterano parlamentario, ¿qué opina de las interpelaciones?
—A los nuestros les dijimos que procuraran preguntar más y discursear menos y que insistieran en las preguntas no respondidas. Algunos se ajustaron a eso, otros no. Como primer ejercicio de la bancada opositora, en general, estuvo bien. El ministro de Agricultura fue el único que cumplió: respondió sus preguntas, no cayó en provocaciones, hizo sus cuñas políticas, pero se centró en dar respuestas, independientemente de que sea verdad o mentira lo que dijo. Los demás no defendieron bien la gestión. El epílogo fue el célebre anatema de Giordani, diciendo que somos una pestilente y nauseabunda escoria. Rafael Ramírez estuvo muy deficiente. No respondió una pregunta sobre la venta de petróleo a Irán. Otra cosa que da rabia es la sincronía que existe: cada diputado del Gobierno que interviene, insulta al opositor que lo precedió. Es una vieja maña comunista, pero algunos se intimidan, se asustan…
—¿…En serio?
—¡Uuuuujj! No me preguntes nombres, sólo pon “¡uuuuuujj!”…
—¿Qué tan responsables son los dueños de medios de las estrategias de la oposición en estos años?
—No ha habido ningún evento importante que no haya tenido participación de los dueños de los medios. Primero, aquella célebre reunión en la que se alzaron las manos los tres grandes poderes: Fedecámaras, la CTV y la Iglesia, en la quinta Esmeralda. Después, el Carmonazo. Es mentira que ese decreto cayó del cielo, lo habíamos visto todos, una semana antes. Tratamos de modificar cosas y fue imposible. El 12 de abril me llamó el cardenal (Ignacio Velasco) para que fuera a Miraflores y le dije: “Yo no quiero ir ni los que están allá quieren que yo vaya”. Me preguntaron si quería hablar con Carmona y respondí: “Yo no hablo con ese pendejo”. Pasó lo que iba a pasar, aquello era insostenible. Después llegó la plaza Altamira, el mejor argumento de Chávez para venderse como un gran demócrata. Significaba salir de un militar que tiene votos para unos militares que no los tienen. Después hubo una especie de Soviet de periodistas, artistas, deportistas y dueños de medios, al que no podía ir ningún político, pero eso duró apenas como diez o quince días. Después vino el paro petrolero y, luego, fueron también los medios los que montaron la abstención de 2005.
—Se le pasó un episodio, también muy mediático y protagonizado por usted directamente: la denuncia de fraude en el revocatorio de 2004… ¿Consiguió las pruebas?
—No fue una fanfarronada. Hablé por forfeit, porque nadie más quiso hablar y todos me distinguieron con el “honor”, casi que me empujaron. Había que decirle algo al país, era un penoso deber. Tomé escrupulosa nota de lo que me pidieron que dijera para que luego no me dejaran embarcado. ¿Por qué no hablé con las pruebas en la mano? Bueno, eso es como que a ti te atraquen y a los dos minutos te pregunten el nombre del atracador y la marca de la pistola. Era imposible, pero el estudio se hizo y aquí están las pruebas, en este libro (Los secretos del referéndum revocatorio del 2004, en el que el entrevistado figura como autor, junto a Enrique Mendoza, César Pérez Vivas, Gerardo Blyde, Pompeyo Márquez, Timoteo Zambrano y Gabriel Puerta, publicado en 2009). Yo no sé si es exacto o fehaciente, pero el trabajo lo hicieron técnicos bien capaces, y es muy verosímil.
—Una vez se refirió a otros opositores como lechuguinos, petimetres y maripositas. ¿Cómo ha sido la reconciliación con ellos?
—Bueno, la política suele hacer extraños compañeros de cama. Hoy compartimos propósitos, no ideales ni visiones. Lo más importante de la experiencia de la Mesa es que tenemos identidad de objetivos, no ideológica. Por supuesto que la cosmovisión del Estado, la sociedad, el Gobierno, la economía, los programas sociales no es ni la que tiene Primero Justicia ni la de Bandera Roja. Pero, igual que en el caso chileno, la diversidad le dará al país estabilidad y progreso económico.
—Entonces, ¿es posible que veamos a AD y a Ramos Allup apoyando a un candidato presidencial petimetre?
—Si el candidato que gana las primarias es copeyano, de PJ o de cualquier otro partido, nosotros lo apoyamos. Y, al revés, si el candidato es adeco, esperamos que todos nos apoyen.
—¿Podría ser usted mismo, pues?
—Yo no tengo prisa. Es inevitable que alguna gente quiera que te lances, sobre todo si otros ya se han lanzado. Pero, zumbarse de una vez no tiene ventajas. Es uno de los pocos casos en que quien madruga no necesariamente coge agua clara, más bien se le puede poner turbia. Yo estoy convencido de que los partidos de la Mesa que somos afines doctrinariamente, los de centroizquierda, vamos a escoger un precandidato que, aunque no sé quién será, va a ganar las primarias.
—Usted le dijo al padre Luis Ugalde que era el inventor del “liderazgo yogur”. ¿Qué es eso?
—Jajaja. Le dije que era el “Capitán Yoka” porque el yogur cuaja en apenas ocho horas, pero a los quince días ya está empichado. Se lo dije porque lo veía muy afanado buscando nuevas caras, generaciones de relevo. Era una moda: para ser político promisorio, inteligente, etcétera, había que ser joven, no importa si tenías dificultades hasta para leer y escribir. Un liderazgo no se cuaja en dos días y Ugalde lo sabe muy bien porque los jesuitas son expertos en liderazgos madurados. En la Santa Madre Iglesia no hay yogur, esa es la institución más encogollada que existe. Yo jamás he votado para elegir a mi párroco, ni voté por monseñor Urosa para cardenal… y eso que soy un cristiano devoto y militante, jeje.
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“Sin votos no se puede”
Cuando habla del Carmonazo, Henry Ramos Allup se pone intenso. “Quiero lanzar una advertencia: Abril demostró que sin votos no se puede. Pero si llegamos con votos a hacer lo mismo que hizo Carmona, lo más probable es que duremos muy poco”.
Con 67 años encima y medio siglo en la política, el secretario general de Acción Democrática les dice a sus compañeros que si un eventual gobierno opositor no hace un esfuerzo de inclusión, puede caer o fracasar. “Y si fracasa, ahí estará Chávez esperando por un combate que sería peor que la versión original”.
Para bajar la intensidad, le preguntamos:
—¿Qué le pareció la Changallup?
—Excelente, no saben el propagandón que me hicieron. Hay versión infantil, con muñequitos, versión llanera y tono para celulares. El que hayan montado eso en 12 horas, con tantos recursos técnicos y creativos, revela gran capacidad de respuesta de un gobierno, que no deja nada al azar.
—Hablando de la letra de la changa, ¿todavía tiene la espoleta?
—No, se la llevó la policía. Sí tiraron una granada y reventó el pavimento. Primero vino la PM y, como no están preparados para eso, lo que hicieron fue contaminar. Luego, doce horas más tarde, vino la PTJ (sic) y se llevó la espoleta.
—Lo que no se entiende es que alguien lance una granada y también la espoleta…
—No, no es la espoleta en realidad, es un gancho que queda en la granada y estaba debajo de la escalera.
—¿Ha oído a su imitador de Radio Nacional?
—Rolando Salazar me imita muy bien. Otro señor me llamó por teléfono y yo me asusté. Pensé que era el eco. Tengo sentido del humor, siempre lo he tenido. A nadie le gusta que lo insulten o lo calumnien, pero he estado a punto de mandarles una carta a VTV para cobrarles. El villano cobra hasta en el cine… ¿Ustedes no creen que tengo derecho a un pago por ser el objeto permanente de cuanta befa, escarnio, insulto y maldición hay en ese canal?
Clodovaldo Hernández/Especial Ciudad CCS