En Italia preparar y comerse una pizza es mucho más que una actividad cotidiana. Representa una práctica culinaria donde cada detalle cuenta, por lo que desde hoy la pizza napolitana es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, declarado por la Unesco.
La decisión se tomó en el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que se reúne desde el lunes en la isla de Jeju, en Corea del Sur.
Dos millones de personas firmaron una «petición mundial» para respaldar la candidatura de este arte practicado actualmente en Nápoles por unos 3.000 ‘pizzaioli’ y que según sus promotores «desempeña un rol esencial en la vida social y en la transmisión entre generaciones».
«Para nosotros, es como ganar el Mundial», reaccionó Gennaro Gattimolo, un pizzaioli de 57 años, con el delantal y las manos cubiertas de harina en su restaurante de Nápoles. Como él, muchos cocineros encendieron sus hornos el jueves en esta ciudad del sur de Italia y ofrecieron gratis porciones de pizza a los transeúntes para celebrar el hito, según reseñó la agencia de noticias AFP.
Dos ingredientes básicos como el agua y la harina y apenas cuatro o cinco añadidos (mozzarella —de dos tipos—, tomate, albahaca y aceite de oliva para la clásica Margarita) han conseguido además algo a menudo insólito en Italia: unanimidad y que todos remen en la misma dirección, en este caso para apoyar la candidatura de este plato tradicional italiano para convertirse en patrimonio intangible.
Sin embargo, algo curioso es que los estadounidenses son los principales consumidores de pizza del mundo, con 13 kilos por persona por año, frente a los italianos – campeones de Europa – con 7,6 kilos, mientras los españoles consumen 4,3 kilos y los franceses y los alemanes, 4,2.
“¡Victoria!” exclamó en Twitter el ministro, Maurizio Martina, para dar a conocer la noticia que reconoce esta habilidad culinaria como un arte.
Además de los pizzeros napolitanos, la Unesco también reconoció hoy la música de gaita irlandesa, la música de órgano alemana y la artesanía de barro de Estremoz (Portugal).