Las estadísticas del Banco Central indican que tras un período de recuperación, después del paro empresarial de 2002, la inversión ha retrocedido en los últimos tres años para acumular un declive de 15% entre 2007 y 2010.
Si solo se observa el año pasado el descenso es de 4,8% y como único elemento positivo aparece que la inversión del sector público activó el paracaídas en el segundo semestre gracias a la compra de plantas y equipos para enfrentar el déficit de energía eléctrica.
La sequía de inversión compromete el crecimiento en el futuro y por tanto la posibilidad de que la economía cree suficientes puestos de trabajo en el sector formal.
En un entorno de controles y continuas expropiaciones de empresas es común que la inversión privada descienda pero en el caso de Venezuela el declive tiene décadas.
Entre 1950 y 1980 el país aumentó de manera constante su capacidad para producir, incluso superó las necesidades reales, pero el colapso del modelo rentista colocó un techo.
Asdrúbal Baptista, economista y profesor del IESA, explica en un trabajo sobre el tema que «los inversionistas acumularon capacidad productiva que fueron utilizando según las circunstancias en las décadas posteriores. Esta capacidad llegó a su uso pleno hacia 2008».
Añade que «la existencia de esa capacidad excedentaria hace que la inversión nueva simplemente se paralice en el tiempo que sigue a 1980. Y hay más, finalmente, esa capacidad, en más de un caso no se repuso siquiera, dándose la extraordinaria situación de un acervo de capital que simplemente se dejó perecer».
«Toda vez que los años en escrutinio testimonian una onda tecnológica de gran intensidad, el corolario de lo anterior es que buena parte del capital productivo venezolano que pudo ser de frontera en el momento cuando se lo instala, resulta más o menos obsoleto al cabo de las décadas», afirma Asdrúbal Baptista.
En este momento para producir un dólar en el PIB no petrolero se requiere una inversión de 1,8 dólares de capital.
La inversión extranjera es una fuente de tecnología y puede complementar al sector privado nacional pero no hay buenas noticias.
Entre 2004 y 2008 el radar de las multinacionales detectó el potencial de Latinoamérica en el nuevo orden global y la región recibió cada año 91 mil 564 millones de dólares en ingresos netos por inversión extranjera directa, un récord histórico.
Venezuela no subió al tren. Mientras Chile se benefició con una inyección de 53 mil millones de dólares, Colombia 39 mil y Perú 17 mil, entre 2004 y 2008 el país sólo recibió 5 mil 844 millones de dólares, una cifra que incluso es inferior a los 7 mil millones invertidos en República Dominicana.
Podría pensarse que la renta petrolera minimiza la importancia de la inversión extranjera pero no es así.
Durante el boom petrolero de 2004-2008 el Fonden, el fondo destinado a guardar petrodólares para el desarrollo, recibió 15% menos de lo que obtuvo Chile por inversión extranjera.