Durante la feroz batalla por conquistar la ciudad de Alepo, mientras la mayoría de la ciudad más antigua de Siria estallaba en pedazos a su alrededor, un hombre ha estado trabajando continuamente para preservar la imagen de la urbe que solía ser, antes de que llegara la desgracia de la guerra.
Hace un poco más de 10 años Alaa al Sayyed abrió un sótano sellado en la casa de sus suegros e hizo un descubrimiento fascinante.
Nadie había entrado en la habitación durante años, posiblemente décadas, y entre los recuerdos de familia Al Sayyed encontró más de 100 placas fotográficas tomadas por los hermanos Wattar -antepasados de su esposa- que muestran escenas de la vida cotidiana en Alepo, en las décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado.
«Cuanto más investigo la historia de las imágenes, más profundamente me sumerjo en el pasado de cada barrio y la construcción de la ciudad», dice.
En 2010, publicó el libro «Historia de Alepo en imágenes», y un año más tarde comenzó la guerra de Siria.
Cada bomba que caía en su ciudad natal, cada misil que explotaba, le provocaba un gran dolor.
Cuando en 2013 varias importantes bibliotecas que albergaban miles de documentos fueron quemadas o destruidas, decidió tomar cartas en el asunto, y se propuso la misión de hacer copias digitales de todos los documentos y fotografías de importancia histórica que encontrara, y subirlas a internet para la posteridad.
Al Sayyed había venido visitando bibliotecas y digitalizando documentos históricos desde hacía ya algunos años, pero intensificó sus actividades con la ayuda de tres estudiantes voluntarios; y en el año 2014 lanzaron el Archivo Nacional de Alepo, utilizando una página de Facebook como un escaparate público.
«Trabajamos en medio de la guerra, sitiados, con cortes de electricidad y de agua», señala. «Además, perdimos la conexión a internet durante un largo período».
Sin financiación externa, escaneaban todo, desde libros raros y documentos del gobierno hasta registros familiares. También mapas, incluyendo los más recientes, pues han cobrado importancia dada la rapidez con la que el conflicto altera el trazado de la ciudad.
Entre los periódicos de Alepo en el archivo hay algunos que datan del siglo XIX. «Los periódicos son tesoros que documentan la vida cotidiana en la ciudad pero rara vez son salvados», señala Al Sayyed. Muchos de los que ha digitalizado ya se volvieron ceniza.
Además de explorar las bibliotecas, Al Sayyed pasa mucho tiempo en áticos y sótanos de viviendas privadas, explorando y valiéndose de sus poderes de persuasión para convencer a los propietarios de la importancia de hacer un registro digital.
Con el correr del tiempo y la intensificación de la guerra, sus voluntarios abandonaron la ciudad. Él y su familia siguen en Alepo, en parte debido a su apego a su biblioteca personal.
«La principal razón por la que no he podido irme posiblemente es mi incapacidad para dejar mis libros», confiesa. «Separarme de ellos es difícil».
Y sigue cargando nuevas imágenes en la web con la ayuda de un amigo en Canadá. Las fotografías del archivo proporcionan un registro de la ciudad que es valioso tanto para los que han permanecido en la ciudad durante los últimos cuatro años y medio de conflicto como para quienes han huido. Antes de la guerra Alepo tenía una población de más de dos millones de personas, pero según algunas estimaciones esta cifra se ha reducido a la mitad.
«Que Dios lo tenga en su alma Alepo … No puedo respirar sin su aire», dice uno de los comentarios en la página web de Al Sayyed. «Que Dios nos devuelva las mañanas pasadas en Alepo», dice otro. Y un tercero pregunta: «¿No te digo que es la ciudad más bella y elegante en el mundo?»
Pero las fotografías también registran la tragedia de la destrucción de la ciudad. La ciudadela, en el centro de la ciudad, solía ser un lugar animado con el ruido y la gente, desde la mañana hasta la noche.
Los cafés cerca de la puerta principal permanecían llenos de gente jugando a las cartas y fumando pipas de agua (Shisha).
Hoy en día, la zona está desierta y la mayoría de sus edificios, destruidos.
En 2014 las fuerzas rebeldes detonaron una bomba debajo del Hotel Carlton, arguyendo que el ejército lo estaba utilizando.
Antes de que comenzara la guerra, Al Sayyed se relajaba con su esposa y dos niños visitando edificios de interés histórico o arquitectónico. «Solía llevarlos de gira todos los viernes y explicarles todo en detalle», recuerda.»Como si tuviera un presentimiento de que no iban a poder volver a verlos jamás».
Aquí les dejamos algunas de las imágenes publicadas: