Paseando con sus carritos semivacíos entre los estantes de un supermercado de la zona este de Caracas, numerosos clientes se lamentan en voz alta: «El pan y las galletas cuestan el doble», «la fruta es un lujo y la carne también», «no hay leche», «el azúcar, cuando hay, está racionado, igual que el papel higiénico».
«Antes tenía todas mis cuentas al día. Ahora no. Hay que economizar, jugar con los ahorros y comprar con tarjeta de crédito», asegura Azpurúa, casada y madre de cuatro hijos.
«Uno gasta 500 bolívares (117 dólares) en cuatro tonterías. Además, hay que ir a varios supermercados para conseguir todo lo necesario. Cuando hay leche, hay de un solo tipo, y lo peor es que uno hasta se pone contento», asegura Patricia Núñez, de 33 años
De abril de 2009 a abril de 2010, los precios en Venezuela subieron un 30,4%, la cifra más alta de América Latina. Según el Banco Central, los alimentos y el transporte se ven especialmente afectados por la inflación.
Sólo en Caracas el precio de los alimentos aumentó más del 40% en el último año.
En otro supermercado de la capital, el azúcar llegó el lunes temprano y en dos horas, la montaña de paquetes había prácticamente desaparecido pese a que se permitía un máximo de cuatro kilogramos por persona.
«Venir al mercado da una gran una tristeza. No hay oferta, faltan muchas cosas y uno siente que le están robando. Pague 200 bolívares (47 dólares) por lo que llevo en esta bolsita», afirma Fernando Espinoza.
Actualmente, el salario mínimo venezolano se sitúa en 1.200 bolívares (279 dólares).
El gobierno venezolano lleva años regulando el precio de alimentos básicos como la pasta, el arroz, la carne, la leche o el azúcar pero los detractores del gobierno aseguran que este sistema favorece la escasez y con ello la inflación.
«La regulación de precios no funciona, salvo en los mercados socialistas del gobierno, que son minoritarios. Y el control de cambio tampoco. El gobierno no da dólares para importar productos básicos», asegura Liz Patiño, ama de casa de 50 años.
En enero, el presidente Hugo Chávez devaluó la moneda nacional e instauró dos tasas cambiarias diferentes (2,6 bolívares por dólar para importaciones esenciales y 4,3 para el resto) con el fin de estimular la producción interna y desalentar importaciones consideradas superfluas.
Pero esta medida no ha conseguido hasta ahora doblegar los precios ni el mercado paralelo del dólar, donde el billete verde registra valores muy superiores a los oficiales.
Según economistas, este mercado negro se sigue usando para importar un 40% de los productos de consumo diario, lo cual impacta dramáticamente en los precios.
«El gobierno no ayuda a los empresarios a producir y tampoco da dólares para importar. Tenemos que recurrir al mercado paralelo, pero después debemos subir muchísimo nuestros precios», lamenta el propietario de una tienda de delicatessen.
Para el gobierno, la inflación se debe en gran parte a la especulación del sector privado.
«La inflación tiene un alto contenido de la especulación capitalista (…) Y como estamos en tiempos electorales, la burguesía va a jugar duro», explicó Chávez, refiriéndose a los comicios legislativos de septiembre.
Para los economistas, la solución pasa por un mayor diálogo del gobierno con el sector privado para incentivar la producción nacional y paliar así la inflación, que podría situarse entre 35 y 40% en 2010.
«¿Cómo puede haber inversiones en una economía amenazada? El inversionista requiere seguridad y confianza», se preguntó este lunes en una entrevista radiofónica el ex directivo del Banco Central, Domingo Maza Zavala.
ba / Reporte360