Los pulmones verdes de Venezuela arden. La sequía desencadenada por ‘El Niño’ ha vuelto lo verde marrón y ha marchitado miles de hectáreas, convirtiéndolas en blancos vulnerables de incendios tanto provocados, como espontáneos.
A las consecuencias para la fauna, la flora y los árboles se suman los efectos para la salud. Una de las más visibles es la calima, nube blanquecina cargada con trazas tóxicas vista en varios puntos del territorio nacional.
El fuego no ha dado tregua a Venezuela, país con unas 443 áreas bajo régimen de administración especial, de las cuales 44 son parques nacionales. Lugares tan emblemáticos como Canaima, en Bolívar ha sido tocado por las llamas, así como el Henry Pittier en Aragua, el Waraira Repano en Caracas, y el Guatopo, en Miranda.
En Zulia, la Sierra de Perijá vive este 2016 los incendios forestales más dramáticos en los últimos 15 años y la cuenta no se detiene allí, pues áreas como Burro Negro, en la Costa Oriental del Lago y plantaciones ubicadas al Sur del Lago, en el municipio Jesús María Semprún, no escapan de la voracidad del fuego que corre sin control entre el monte reseco, en la mayoría de los casos ayudado por la mano del hombre.
Jorge Ruiz, pronosticador del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh), explicó que “la calima básicamente está afectando algunos estados de la zona norte costera del país. Es producto de las quemas que se están registrando en parques nacionales como el Henry Pittier, el Waraira Repano, donde la vegetación está marchita producto de la sequía y pueden haber fuegos fácilmente
Ruiz exhortó a los usuarios de los parques nacionales a no dejar latas o botellas de vidrios. “Como ciudadanos lo que podemos hacer es evitar las quemas ilegales, evitar los incendios que son causados por el hombre”. Solo las lluvias podrán disipar este nube contaminante.
A la fecha, el Inameh no dispone de reportes de calima hacia el occidente de Venezuela, sin embargo, en Zulia, en municipios como Machiques y Jesús María Semprún los habitantes han sido afectados por episodios de calima debido a incendios forestales.
Maracaibo hace semanas también muestra cielos blanquecinos. Elio Ríos, miembro de la organización ambientalista Naturazul y médico internista, afirmó que este año “cuando llegaron los vientos alisios hubo calima, pero en este momento puede ser inversión térmica, que pudieran parecerse, pero la calima aquí depende de los incendios y del polvo que viene desde el desierto del Sahara”.
“Tenemos una zona desde el municipio Miranda que nos puede hacer calima, ubicada en Quisiro”, dijo. “La inversión térmica o neblina tóxica se forma un techo de alta presión al calentarse la atmósfera más alta y cuando se forma esa tapa y los humos de la ciudad no pueden ascender, y se condensan, pareciendo una neblina. Eso es lo que se llama ‘smog’ ante la presencia de vapor de agua”, detalló Ríos.
Tanto la calima, como la inversión térmica, pueden coexistir, precisó Ríos, al indicar que para diferenciar lo que “nos ha disminuido la visibilidad en Maracaibo y en el Lago hay que hacer análisis de la contaminación atmósferica”. Estos polvos —agregó— “pueden condicionar rinitis alérgica e infecciosa, asmas, bronquitis y neumonía”.
Como protección para estas nubes de polvo, Ríos recomendó plantar árboles y evitar la tala en áreas urbanas que ha convertido a Maracaibo en una ciudad casi desértica. Los árboles actúan como corta polvos, pero “los estamos quitando y eso nos vuelve suceptibles a alergias y enfermedad bonquial. Quien no tenga árboles en su casa está más vulnerable a estas enfermades, pues ejercen la función de filtros de las particulas suspendidas en el aire”.