La batalla de los premios Grammy

   Leyendas musicales contra empaque pop novel fue la lucha que se libró la noche del domingo en el Staples Center de Los Ángeles en la 53º edición de los premios Grammy, en el cual se vio a un Rolling Stones tan fresco como en sus inicios, a una Rihana con mala afinación y a Usher abusando del doblaje.

El show comenzó con Yolanda Adams, Christina Aguilera, una delgadísima Jennifer Hudson, Martina McBridey y Florence Welch, quienes riendieron homenaje a la reina del soul, Aretha Franklin.

Les siguió la excéntrica Lady Gaga, quien causó mucha expectativa al entrar al recinto en un artefacto ovoide y escoltada por hombres semidesnudos, sin embargo su actuación no sorprendió ni por su calidad vocal ni por el montaje coreográfico. La cantante presentó su nuevo sencillo Born this way, que según el vocalista de Maroon 5 fue una mezcla de temas de Madonna. «Lady Gaga tomó Vogue y Express yourself y las puso juntas en una licuadora. Resultado: Born this way«, dijo vía Twitter.

La afinación no fue una característica a destacar en algunos de los jóvenes artistas que se presentaron. La primera fue Rihanna, quien al interpretar con Eminem el tema Love The Way You Lie –y con un Adam Levine ignorado en el piano– desentonó en varias ocasiones. El responsable por las canciones Nothing on you y Granade, Bruno Mars, quizás producto de los nervios, no atinó a varias notas altas en algunos de los coros durante su show, que hacía alusión a las bandas de los años 50 que se presentaban en programas de televisión como American Bandstand. La joven Janelle Monáe tampoco escapó a la mala afinación.

Los músicos consagrados demostraron que solo hace falta un micrófono y ser buen artistas para complacer al público. Tal cual lo hizo Mick Jagger, quien a sus 68 años debutó en esta gala rindiendo tributo al Rey del rock and blues, Solomon Burke con el tema Everbody Needs Somebody. Jagger, a quien el paso de los años no parecen quitarle energía, saltó por el escenario, contoneó sus caderas, invitó el público a cantar, es decir, rockeó y sin desafinar una nota.

Otro legendario de la música, Bob Dylan, tomó el escenario, con su voz muy ronca y armónica en mano para el homenaje a la música acústica junto a Mumford & Sons y Avett Brothers con el tema Maggie’s Farm, que irónicamente fue el primer tema de Dylan que incluyó guitarras eléctricas y que fue presentado en 1965. Barbra Streisand fue la encargada del momento elegante de la noche con el éxito Evergreen, quien no necesitó de coreografías o fuegos pirotécnicos.

En cambio, otros necesitaron de secuencias de bailes para disimular deficiencias vocales, como fue el caso de Usher, quien recurrió al doblaje en su tema OMG. De hecho, Justin Bieber demostró mejor control de la voz mientras bailaba Never say never. Bieber, a quien los pronósticos daban como ganador del Grammy a Mejor Artista Nuevo, cayó derrotado ante la contrabajista Esperanza Spalding, lo cual generó caras de sorpresa entre los asistentes y murmullos en el auditorio. Kanye West dijo: «Demonios, no consigo las palabras para explicar cómo me siento sobre el premio al Mejor artista nuevo. No quiero decir cosas malas».

La banda de country Lady Antebellum interpretó sin muchas sorpresa el éxito que los hizo ganadores de la noche, Need you know. Y el momento bizarro fue el de Cee Lo Green, quien cantó F*** you vestido de pajarraco gigante acompañado por marionetas y Gwyneth Paltrow.

Los ganadores de Grammy, Muse y Arcade fire dieron el toque rock. Los británicos de Muse hicieron gala de pantallas led, potentes luces parpadeantes y fuegos artificiales, lo cual, si se quiere, opacó un poco la calidad de su interpretación del tema Uprising.

El septeto canadiense Arcade Fire hizo dos números. El primero con el tema intenso Month of May que incluyó a ciclistas de BMX. Mientras estaban en backstage los nombraron ganadores del Mejor álbum del año, tomaron el premio y luego el escenario para hacer su segundo tema Ready to start. Lo cual pone en tela de juicio la sorpresa que manifestaron al ser galardonados.