“Lo peor no es que se tome (beba), sino la frecuencia con que algunos lo están haciendo y los daños que estamos viendo en pacientes no mayores de 18, 20 años”, explicó la siquiatra Santa Valiente, del grupo de Salud Mental en la provincia de Guantánamo (extremo oeste).
“¿Cómo pueden pensar que sin beber no pueden divertirse igual (…)? ¿Quién dice que no se puede disfrutar sin tomar?”, cuestiónó la experta.
Juventud Rebelde, único de circulación nacional el domingo, publicó los resultados del sondeo que realizó entre 50 jóvenes de La Habana y Guantánamo, de entre 14 y 17 años, “más del 80%” de los cuales “asocia el acto de tomar con el deseo de divertirse”.
“Curiosamente, más del 50% de los encuestados rechazó tener (…) cualquier punto de contacto con lo que definen como una persona alcohólica” y “manifiestan que tienen todo bajo control”, añadió el diario, tras subrayar que en la medida en que los jóvenes “se expongan más tempranamente” al alcohol, será “mayor la posibilidad de desarrollar una enfermedad aditiva”.
La jefa de Salud Mental en La Habana, Emelis Alfonso, precisó que en Cuba el promedio de iniciación en el consumo de alcohol “está entre los 16 y 19 años”.
La directora del Centro Nacional de Deshabituación de Drogas en el Adolescente, Martha Pozo, destacó que “el latino tiene la costumbre de darle mucho valor al alcohol como condicionante para poder divertirse, pero hay que atender en qué momento se inicia y no poner la bebida como elemento indispensable para divertirse”.
Con el apoyo de sus medios de comunicación, todos estatales, Cuba desarrolla una campaña sistemática contra el alcoholismo, que incluye la prohibición oficial de vender bebidas alcohólicas a menores de edad o en lugares y horarios inadecuados. Pero, según el periódico, esas medidas se violan con frecuencia.