En un artículo titulado “Uribe y Santos”, reseñado en el diario Últimas Noticias, el periodista José Vicente Rangel expone su opinión sobre las acciones que ha cometido el actual Presidente y lo que significa para Santos.
A continuación el texto:
1 Ahora va a saber Juan Manuel Santos, cuando se posesione como presidente de la República de Colombia el próximo 7 de agosto, lo que es Álvaro Uribe. Ya antes de ingresar oficialmente a la Casa de Nariño lo está padeciendo. Porque desde que el actual mandatario tomó conciencia de que alguien distinto a él ocuparía el cargo que en breve dejará, mantiene una actitud muy cercana a la crítica de lo que su sucesor asoma tímidamente. Santos, muy florentino él, muy cachaco (por contraste con el paisa que le entregará la banda), trata de hacerse el loco como decimos en términos coloquiales en Venezuela. Pero todo indica que la procesión marcha por dentro.
2 ¿Cómo interpretar lo que señalo en el párrafo anterior? ¿Mera conjetura? ¿Exceso de suspicacia? ¿Empeño por intrigar con ollas periodísticas? Cada quien puede darle la connotación que considere apropiada. Pero lo cierto es que el análisis procede porque se basa en la conducta que Uribe viene asumiendo desde que Santos comenzó a mostrar, apuntalado en el caudaloso apoyo que logró en las urnas electorales, que tenía fuerza propia; que el resultado contaba con un componente santista que plantea una novedosa situación. ¿Cuál? La de hacer una política propia desde la presidencia, ratificando las aspectos de la uribista que él solidarizó como ministro de Defensa, y, al mismo tiempo, intentando un deslinde calculado y sutil con cuanto pudiera convertirlo en instrumento del ex presidente. El dilema no es fácil. Nadie más que el nuevo mandatario lo sabe, pero está obligado a asumirlo con habilidad y realismo.
3 No así Uribe, quien sigue funcionando con la misma dinámica del liderazgo totalizador que encarnó y al que no estaría dispuesto a renunciar, al extremo de acariciar la idea de optar por la Alcaldía de Bogotá. Si no es así, ¿por qué Uribe y algunos ministros declaran a cada instante sobre temas delicados de política exterior, la situación con naciones como Venezuela y Ecuador y las relaciones con el Poder Judicial? Ejemplos de lo que ocurre: A) Luego que la Fiscalía de Ecuador vinculó al general Freddy Padilla como autor intelectual de la masacre de Sucumbío, Uribe arremetió contra la justicia de esa nación. B) Ante los gestos de Santos, destinados a mejorar la relación con ambos vecinos (en particular con el gobierno de Chávez), su canciller Jaime Bermúdez hizo afirmaciones provocadoras que suscitaron reacciones de la Cancillería venezolana. Por perturbar la iniciativa de Santos y colocar en un disparadero a la próxima cancillera, María Angela Holguín (nombramiento que no fue grato para Uribe, a quien ella le renunció como embajadora ante la ONU). C) La reiteración por el presidente electo de superar diferencias con Ecuador y Venezuela, llevó a Uribe a hablar de “diplomacia babosa”, es decir, poco firme y formalmente apartada de la línea dura que él impuso. D) La multiplicación de las informaciones de origen oficial que, sin duda, afectan cualquier esfuerzo orientado a mejorar las relaciones; la reactivación de ataques mediáticos y montajes con la versión de que hay jefes guerrilleros en territorio venezolano, como el deplorable comunicado del ministro de Defensa Silva, que apuntan más que contra Chávez y el gobierno bolivariano, contra el presidente electo y su cancillera.
4 A partir de ahora quien tendrá que lidiar con Uribe, con lo que éste representa frente a cualquier intento por reformular la política colombiana con los vecinos (cualquier intento compatible con la normalización, como aspiran los pueblos de Colombia y de Venezuela), es el propio Juan Manuel Santos y no Chávez, que ha dicho que no quiere conflictos y que está dispuesto a dialogar. La provocación es contra él. Consistente en una presión para que retroceda en su propósito de enmendar entuertos, lo cual lo atraparía en las redes del ex huésped de Casa de Nariño, y le impediría asumir a plenitud la conducción que le entregó el pueblo colombiano. Cualquier predicción encuentra obstáculos en las características de una sociedad y una clase política como las de Colombia.
(“O se rompe la zaraza o se acaba la bobera”, exclamó Pedro Zaraza en Urica frente al ejército de José Tomás Boves. Son las opciones que siempre están presentes cuando se definen liderazgos. En el escenario de un campo de batalla como en el de la política).
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