Tras demostrar con cifras el porqué el país es deficitario, el exdirectivo del Banco Central afirma que “todo esto no hace sino reforzar la tesis de que Venezuela necesita un cambio de gobierno, que permita reencausar su economía hacia la estabilidad macroeconómica lo que implica abatir la inflación y transitar por el camino de las exportaciones no petroleras y la diversificación productiva como vía hacia la mejora de las condiciones de vida de los venezolanos”.
Así lo señala el economista en su artículo de opinión “Venezuela: país deficitario”, del diario Tal Cual en su edición del 29 de junio de 2010.
A continuación su columna completa:
Venezuela es un país importador, en el sentido de que los principales rubros para su abastecimiento dependen de los bienes manufacturados en el exterior. La naturaleza petrolera de su economía ha condicionado un desempeño económico donde se privilegia las importaciones en detrimento de las exportaciones y para muchos resulta más favorable importar que exportar. Es tan así, que cuando hasta hace pocos años se exportaba cemento, acero o productos agrícolas o pecuarios, algunos politiqueros de oficio e inclusive economistas, exclamaban, “se están llevando los bienes nacionales para el exterior”. Si los chinos, brasileños, japoneses o los alemanes hubiesen escuchados estos consejos criollos, no fueran las potencias económicas que hoy son y no generarían los empleos para absorben una fuerza de trabajo creciente.
El carácter petrolero suele conferirle a las economías un sesgo anti exportador y pro importador porque esas economías suelen tener monedas con mayor poder de compra en el exterior que internamente. Un bolívar compra más bienes en el exterior que en Venezuela. Ello es lo que se conoce como la sobrevaluación de la moneda. En Venezuela, esa sobrevaluación se agrava por el hecho de que la inflación local ha sido mucho más elevada que la observada en los países que mantienen relaciones comerciales con Venezuela. A ello se agrega una situación que ha venido sucediendo en los últimos años y que consiste en la liquidación de la producción nacional. Así, Venezuela que hasta hace tres años e históricamente exportaba café, ahora importa este producto desde Nicaragua. El caso del arroz es patético: de exportador de ese grano pasamos a importador neto, esta vez desde Ecuador. Lo mismo puede decirse del azúcar, la leche y la carne. En el renglón lácteo, de cada cien litros de leche consumidos en Venezuela, sesenta son importados. En aceite de cada cien litros que se consumen noventa son de origen importado. Algo similar puede decirse de la carne, donde la producción local ha disminuido gradualmente hasta la frontera donde apenas 40% de la carne ingerida por los venezolanos proviene del rebaño nacional.
Estos son los hechos. Los de un país donde la producción nacional ha venido menguando sostenidamente. Pero eso no es todo. En medio de un auge sin precedente de los precios petroleros las finanzas públicas y el sector externo reflejan déficits pronunciados, como se evidencia en el cuadro anexo.
Cuadro: José GuerraEn el caso del sector exterior de la economía, al contabilizar el saldo entre las exportaciones no petroleras y las importaciones no petroleras, el déficit se amplía considerablemente al pasar de US$5.574 millones en el primer trimestre de 2010 a US$7.483 millones en el primer trimestre de este año. En lo relativo a las cuentas fiscales, el déficit aumenta en bolívares pero se reduce en dólares debido a que en 2010 se usó la tasa de cambio oficial de Bs 2,60 por US$ y en 2011 se emplea la de Bs. 4,30 por US$. Ello refleja claramente un hecho conocido en Venezuela: la devaluación se emplea como un mecanismo para licuar la deuda en moneda nacional y con ello reducir el valor de la deuda interna. Al tiempo que el país registra déficits gemelos en sus cuentas externas y fiscales, el precio del petróleo saltó desde US$ 72 por barril en el primer trimestre de 2010 a US$92 por barril en similar lapso de 2011. Este es un hecho inexplicable, el que las finanzas públicas acusen un deterioro significativo en medio de una subida espectacular de los precios del petróleo lo que se refleja en una acumulación creciente de deuda pública.
Todo esto no hace sino reforzar la tesis de que Venezuela necesita un cambio de gobierno, que permita reencausar su economía hacia la estabilidad macroeconómica lo que implica abatir la inflación y transitar por el camino de las exportaciones no petroleras y la diversificación productiva como vía hacia la mejora de las condiciones de vida de los venezolanos. Es con una orientación de ese tipo y con una gran alianza del gobierno, sectores privados y los trabajadores que se puede retomar el crecimiento, la generación de empleos y la equidad social.