José Domingo Blanco, @mingo_1 : El tiranodifunto y sus chavistas originarios

José Domingo Blanco, @mingo_1: 350José Domingo Blanco, @mingo_1

Con mucho interés, he venido siguiendo las actuaciones y comentarios de este “nuevo” apostolado –inmaculado– que se gestó en torno al legado de Chávez, el difunto intergaláctico. Ese grupo que, de pronto, decidió apretarse el botón de Reset para vaciar el archivo que contenía sus aportes a la miserable situación actual, eliminar los cargos de conciencia y erradicar las responsabilidades –que muchos las tienen– en que la situación de nuestro país haya llegado a los niveles caóticos en los que estamos.

Así como cuando haces “borrón y cuenta nueva”, un grupo de chavistas originarios que, permítanme recordarles, alguna vez ocuparon altos cargos durante los años de tiranía del difunto, se han dado a la tarea de “limpiar” sus imágenes y “lavar” sus –ahora– inexistentes culpas, para defender al padre de la tragedia actual de Venezuela: ¡Hugo Chávez Frías! Y me cuesta aceptar este acto de contrición no porque dude de la autenticidad del arrepentimiento, sino de las intenciones ocultas que subyacen en el acto. A ese grado de desconfianza me han llevado los chavistas… ¡y las dirigencias opositoras, también!

En mi caso, tanta desconfianza está asentada en las declaraciones y actuaciones de quienes ahora no solo son inocentes, sino que se atreven a decir que ellos nunca, nunca, hicieron algo que fuese en contra de la libertad, la democracia, la probidad, la transparencia y las leyes. Desde hace años vengo insistiendo, y más aún cuando Chávez comenzó a dejar ver sus intenciones comunistas, que la politiquería es oscura y engañosa. Incluso, me atrevía a calificarla de retorcida. Truculenta. Porque los intereses que la mueven, definitivamente, no son a favor de las mayorías. El poder enceguece a quienes lo ostentan, y despierta las ambiciones de quienes quieren alcanzarlo.

Y este axioma cobra más fuerza en mis convicciones cuando, por ejemplo, oigo a Rafael “Niño Jesús” Ramírez, el zar petrolero en los años chavistas de más ingresos y más despilfarro, hablar como si jamás, durante su gestión, se hubiese perdido ni una grapa de la engrapadora de su oficina. O cuando veo a Luisa Ortega Díaz, que cambió las abyectas mentiras que decía durante su gestión como fiscal en los años de Chávez por una imagen de paladina de la justicia contra los desmadres que comete el régimen de Nicolás. Les juro que les creería si no recordase cuánto daño, en su momento, le hicieron al país. Me convencerían si, después de recibir la iluminación divina y descubrir los horrores que ocurren en la Venezuela actual por culpa del modelo que aplica un otrora camarada de tolda, no descubriésemos las intenciones presidencialistas de cada uno de los execrados por el régimen dictatorial de Maduro.

Porque esos chavistas originarios de hoy son los mismos que burdamente copiaron la estrategia comunicacional, dentro de la maquinaria criminal nazi, del nefasto Goebbels y la sazonaron con palabras como escuálido, golpista, guarimbero, apátrida, revolucionario, hegemonía, patria, socialismo o muerte. Los que ponían “la rodilla en tierra” por ese comandante que está sembrado en el Cuartel de la Montaña y que abrió el camino de esta desgracia por la que transita el país.

Los chavistas originarios, los que no se cansaron nunca de “jalarle bolas” a Chávez, quieren sacar a Maduro para ponerse ellos y continuar con el legado, que es el mismo Plan de la Patria que diseñó el “tiranodifunto” y que, sin interrupciones, desde que el “tiranodifunto” lo asignó como su sucesor, vienen aplicando Nicolás y su dictadura. Entonces, ¿en dónde estaría el cambio? Por eso, inevitablemente, dudo de la intención de los chavistas originarios. No quieren cambiar el plan sino, simplemente, a quien lo aplica. Y eso me suena, al mejor estilo de Cantinflas, a deseos de recobrar el poder que algún día tuvieron y del que hoy han sido desplazados por otros que no son ellos, pero que son los que están mandando… ¡sin ellos!, aun cuando son salidos de la misma corriente ideológica. Esas cosas adictivas del poder.

Tal vez, a los chavistas originarios podría, quizá, concederles el beneficio de la duda si, antes de querer aparecer como inocentes sin mácula, devolvieran lo que indebidamente sustrajeron y nos ofrecieran disculpas a todos los venezolanos que sufrimos los horrores que, con su aval, cometió Chávez. Porque durante los años en los que ocuparon los ministerios más importantes de la gestión del intergaláctico, acumularon créditos suficientes como para que mi incredulidad ante la autenticidad de sus intenciones sea proporcional a los recuerdos que tengo de ellos ejerciendo sus cargos.

La politiquería se vale de sus artimañas y sus estrategias. Por eso aún no digiero la santidad de Ramírez, Rodríguez Torres, Giordani, Ortega Díaz, Rodrigo Cabezas y todos los demás que me faltan por nombrar. Porque, detrás de ellos, hay alianzas y estrategias que los hacen creer que son la respuesta a esta gran incógnita que es hoy Venezuela. A todas estas, la dirigencia opositora que tenemos quiere que los chavistas originarios tumben a Nicolás, en vista de que ellos no han podido; supongo que con el propósito de dejarles la tarea sucia, y después esa dirigencia opositora –tan desprestigiada como los chavistas caídos en desgracia– encargarse de sacar del poder a los chavistas originarios cuando se monten. ¡Válgame Dios!

Instagram: mingoblancotv


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