Casi todos los venezolanos decimos de manera permanente que el país es un país rico, y que estamos en vías de desarrollo, que lo que pasa es que los gobernantes no saben aprovechar su riqueza. Esto no es del todo cierto. Los recursos cuentan, claro que sí, pero no son lo más importante y no sirven para explicar la riqueza de un país. Se dirá siempre que es mejor tener recursos naturales que no tenerlos obviamente.
Venezuela, que fue el país más rico de América Latina y que nunca tuvo un conflicto armado. En las décadas de los años 40′, 50′ y 60′, fue uno de los países con más futuro y de mayor crecimiento poblacional del mundo, con la confluencia de familias de Europa, Asia y de la propia América Latina, todas viviendo en paz. Muchas familias vinieron a establecerse en este territorio, y no importó la diversidad religiosa, creencias y costumbres; sólo dieron paso a la formación de otros miles de familias multiculturales. Con su trabajo, su emprendimiento y su constancia, iniciaron un formidable proceso de desarrollo socioeconómico y cultural.
No obstante, Venezuela pasó a ser hoy en día uno de los países más pobres de Latinoamérica. Una situación que se ha agudizado en los últimos años por su colapso político, social y económico. En donde podríamos decir, que lo único que abunda en el país es el caos. La economía va en un espiral directo al colapso y una crisis humanitaria sin precedente que tiene a muchas personas sumidas en la pobreza, hambre y enfermedades.
Según el Banco Mundial, Venezuela es el décimo país más rico del mundo en recursos naturales, después de Rusia, Estados Unidos, Arabia Saudita, Canadá, Irán, China, Brasil, Australia e Iraq. Denominando recursos naturales a la materia prima que puede ser extraída de la tierra. Ahora bien, no todos tienen los mismos niveles de desarrollo económico y de calidad de vida.
Los recursos naturales con los que cuenta Venezuela, entre los cuales destacan los minerales como el petróleo con la mayor reserva de comprobada existente, la octava reserva de gas natural más grande del mundo, además de ser la segunda reserva más grande de oro del planeta. Además de hierro, bauxita, carbón, diamantes, torio, entre otros; además de sus enormes reservas de coltán, que es el nuevo “oro azul”, del que posee reservas valoradas en más de 100.000 millones de dólares.
Los recursos pesqueros son abundantes, los recursos forestales y las vastas extensiones de tierra fértil que están muy sub utilizados. Además, el enorme potencial hidroeléctrico. Pero todos estos recursos naturales que posee nuestro país, no sirven de mucho sin tener un buen capital humano para transformar esos recursos en riqueza, desarrollo y bienestar social.
El hecho es que, aunque con muchos recursos, Venezuela no es un país rico: el internet es lento, las universidades públicas se están desplomando, la educación primaria y secundaria es deficiente, casi no se invierte en investigación y la otra fuente de riqueza, nuestros ricos ecosistemas, se están destruyendo.
Los recursos naturales siempre han jugado un papel relevante en el mercado mundial. Estos aportan valor tangible de presente y de futuro, son parte de la economía real. Pero dar valor agregado e innovación es vital para la supervivencia en un mundo globalizado y en continuo cambio. Y es clave porque la sociedad demanda procesos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.
Venezuela será un país sin desarrollo hasta que el venezolano promedio no esté en capacidad de producir riquezas por su capacidad intelectual. Un país puede ser rico en recursos naturales, como Noruega, o pobre, como Suiza o Japón: en ambos casos un pueblo será próspero por la manera en que sus ciudadanos producen y trabajan en el desarrollo de un plan país sostenible.
Pese a todo esto, nuestro país es uno de los países con más potencial de desarrollo del mundo, y no solo no tiene muchos recursos naturales en comparación con los demás, sino que además tenemos una gran cantidad de instituciones educativas, además de buenas universidades públicas como privadas que durante mucho tiempo graduaron excelentes profesionales que constituyen el mayor tesoro o riqueza que logró producir nuestro país, antes de la destrucción causada por la dictadura y del éxodo migratorio de casi 6 millones de personas, en donde la (CEPAL) calcula que 73,6% de los que se han marchado de Venezuela tienen entre 20 y 36 años.
La clave para el desarrollo no pasa ni por los recursos ni por los esfuerzos de las personas, sino por las condiciones que facilitan la posibilidad de que esos recursos y esos esfuerzos se conviertan en riqueza para los ciudadanos. Si no existen, no habrá recursos ni esfuerzos suficientes para generar y fomentar la prosperidad de un pueblo.
Todos estos venezolanos serán, desde cualquier lugar del mundo apoyo para la construcción de la nueva Venezuela, que habrá de renacer y reencontrar su camino perdido hacia la prosperidad, sin olvidar nunca más que son las personas y la familia, en donde reside la esperanza y riqueza de toda una nación.
No puede haber desarrollo sostenible y confiable si no tenemos en cuenta el capital humano como el componente más importante de la riqueza de un país.
Abg. José Antonio Robles
Secretario Regional de Políticas Públicas del Partido un Nuevo Tiempo Zulia
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