Rathbone enumera una serie de «meteduras de pata» que han terminado con la imagen de luna de miel que ofrecía la política exterior del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Cita la posición de Lula sobre la muerte del disidente cubano Orlando Zapata tras una huelga de hambre, las críticas a Colombia por sus acuerdos militares con EEUU mientras olvida que Venezuela apoya a las FARC, y la felicitación al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, por su discutida victoria electoral.
Todas estas tomas de posición forman parte de «lo que los críticos consideran una política del tábano», escribe Rathbone, quien duda de que por este camino Brasil vaya a estar en condiciones, como otros países poderosos, de proteger sus intereses en el mundo.
El articulista destaca la buena preparación del cuerpo diplomático brasileño a la hora de negociar, pero añade que carece de la red de información de países como EEUU o Rusia y, por esta razón, «inevitablemente ha cometido errores» en los últimos años.
Esta política pone en peligro los esfuerzos de Brasil de ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, argumenta Rathbone, quien señala que estas actitudes convierten al país sudamericano en «un gigante político, que moralmente es un pigmeo».
El columnista toma esta definición de Moisés Naím, director de la revista «Foreign Policy», para explicar que con esta actitud es difícil que Brasil pueda codearse con las grandes potencias.
«Muchos piensan que si Brasil quiere sentarse en la mesa principal tendrá que tomar decisiones difíciles», señala Rathbone, que advierte de que la situación puede complicarse a partir de las elecciones de octubre con un nuevo jefe del Estado.
«Brasil tendrá que arreglárselas sin la ayuda del encanto del señor Lula da Silva. Su imagen de imperio suave puede no perdurar», concluye.
dp / Reporte360
El columnista del diario inglés “Financial Times”, John-Paul Rathbone, criticó la política exterior de Brasil al catalogarla de «suave y agradable» que puede diluirse con el tiempo si sigue acercándose a países como Venezuela, Irán, Rusia y Cuba, actitud que pone en peligro el deseo de Brasilia de ser una potencia diplomática.
Rathbone enumera una serie de «meteduras de pata» que han terminado con la imagen de luna de miel que ofrecía la política exterior del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Cita la posición de Lula sobre la muerte del disidente cubano Orlando Zapata tras una huelga de hambre, las críticas a Colombia por sus acuerdos militares con EEUU mientras olvida que Venezuela apoya a las FARC, y la felicitación al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, por su discutida victoria electoral.
Todas estas tomas de posición forman parte de «lo que los críticos consideran una política del tábano», escribe Rathbone, quien duda de que por este camino Brasil vaya a estar en condiciones, como otros países poderosos, de proteger sus intereses en el mundo.
El articulista destaca la buena preparación del cuerpo diplomático brasileño a la hora de negociar, pero añade que carece de la red de información de países como EEUU o Rusia y, por esta razón, «inevitablemente ha cometido errores» en los últimos años.
Esta política pone en peligro los esfuerzos de Brasil de ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, argumenta Rathbone, quien señala que estas actitudes convierten al país sudamericano en «un gigante político, que moralmente es un pigmeo».
El columnista toma esta definición de Moisés Naím, director de la revista «Foreign Policy», para explicar que con esta actitud es difícil que Brasil pueda codearse con las grandes potencias.
«Muchos piensan que si Brasil quiere sentarse en la mesa principal tendrá que tomar decisiones difíciles», señala Rathbone, que advierte de que la situación puede complicarse a partir de las elecciones de octubre con un nuevo jefe del Estado.
«Brasil tendrá que arreglárselas sin la ayuda del encanto del señor Lula da Silva. Su imagen de imperio suave puede no perdurar», concluye.
dp / Reporte360