En una ceremonia para recordar la rendición que supuso el fin definitivo de la contienda, el primer ministro nipón, Yoshihiko Noda, reconoció que la expansión bélica de Japón “causó daños y dolor considerable a ciudadanos en muchos países, en particular en Asia” y expresó un “profundo remordimiento” por ello.
También renovó el compromiso de su país de “buscar sin cesar la paz mundial”, en un acto al que asistieron los emperadores de Japón, Akihito y Michiko, y unos 5.000 familiares de caídos en la contienda.
El emperador, Akihito, de 78 años, rindió tributo a los fallecidos en una guerra que dejó 2,3 millones de soldados y 800.000 civiles nipones muertos, y pidió “que la tragedia no se repita”.
Fue el padre de Akihito, el emperador Hirohito, el que hoy hace 67 años anunciaba, pocos días después del lanzamiento de las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, la rendición incondicional de Japón en un histórico discurso retransmitido por radio.
En aquel mensaje Hirohito negó por primera vez el halo divino que hasta entonces se otorgaba a su figura en Japón, donde se contemplaba al emperador como un dios viviente.
Aunque han pasado más de seis décadas desde entonces, la brutal campaña colonizadora de Japón en Asia todavía se deja sentir en las relaciones diplomáticas con vecinos como Corea del Sur y China, con los que el Gobierno nipón mantiene además distintas disputas territoriales.
En la última semana los roces se han incrementado con Corea del Sur, especialmente después de que el presidente surcoreano, Lee Myung-bak, visitara el pasado viernes las islas Dokdo (conocidas como Takeshima en Japón), cuya soberanía se disputan los dos países.
La visita fue la primera de un mandatario surcoreano al archipiélago en disputa y motivó al Gobierno japonés a presentar una protesta formal y llamara a consultas a su embajador en Seúl.
El malestar se incrementó después de que el presidente surcoreano pidiera ayer, martes, “una sincera disculpa” del emperador de Japón por los fallecidos durante la colonización nipona de Corea.
El Gobierno de Tokio respondió con una nueva protesta diplomática y las críticas del primer ministro nipón, que en declaraciones recogidas hoy por la agencia Kyodo definió como “lamentable” la actitud de Seúl.
Hoy, Lee insistió sobre el peso histórico de la colonización nipona y afirmó que “dificulta” las relaciones con Japón.
Se refirió, en concreto, al espinoso asunto de las mujeres esclavizadas sexualmente por el Ejército imperial japonés durante la II Guerra Mundial (1939-1945), un acto que supuso una violación “de los derechos humanos y la justicia histórica”, dijo.