El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) revela la necesidad imperiosa de invertir en agricultura, en virtud de que para 2050-2060 los seres humanos tendrán que producir más alimentos de lo que otrora y la producción mundial deberá incrementarse en el orden de un 70 %. Pero, ante las grandes ciudades consumidoras y ocupando espacios cultivables, tal y como ocurrió en Venezuela en la ahora Zona Industrial de Valencia, lugar donde por muchas décadas se cosecharon las exquisitas naranjas y otros rubros de importancia, la productividad agropecuaria disminuyó, igual al caso de Barquisimeto, así como la demanda de biocombustibles en aumento, la oferta por no estar a la altura de la demanda, ha ocasioado una involución agropecuaria que comporta desabastecimiento y carestía en muchos renglones agrícolas, reforzada por las políticas descabelladas del Estado nación al ignorar a los productores nacionales y cuando fija un incremento lo decide sin análisis de los costos de producción, tal y como ocurre, ahora, con el arroz que proviene de Guyana y el maíz, aunque rubro estratégico para la soberanía agroalimentaria de los venezolanos también se importa; igual ocurre con el café y trigo para la elaboración de pan y pastas, por lo que se requiere, siempre, de los recursos económicos idóneos para poder salir hacia adelante y con prontitud al momento de algunas contingencias, las cuales, previstas o no, permanecen al acecho; sobre todo, por el vaivén económico actual.
En efecto, según FEDEAGRO, la producción de alimentos vegetales –sector agropecuario-, área fundamental de consumo básico, experimentó una caída de entre un 74-99 %, en oleaginosas y solanáceas; cifras que incluyen, además, la producción de bovinos para carne y leche que ha experimentado fuertes caídas, según el rubro.
Por otra parte, también muestran caídas cosechas propias de nuestros andes –áreas de Timotes y Mucuchíes, estado Mérida- a falta de insumos, tales como col de Bruselas y papa, si no desaparecidas en oferta bajísima y costosa. Escasos renglones sobreviven gracias a la previsión y pericia de algunos productores, quienes aún con las precariedades del momento han podido colocar, afortunada y acertadamente, su producción.
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