La carta de Juan (5,5-13) advierte que solo “vence al mundo quien es de Cristo”. No obstante, conviene aclarar que .en dicho contexto “vencer” no es, en modo alguno, poderío o sometimiento sobre las realidades terrenas, si no capacidad de salir de sí mismo; salir de la obcecación o de los cercos perversos -herejías modernas- en los cuales nos enfrascamos por ideologías y/o convencionalismos, pues vitalidad no se reduce al bienestar físico; también, pero con muchísimo vigor, es poseer consistencia interior; es decir, tener algo que comunicar desde sí mismo.
Además, Expresa, acertadamente, como Jesucristo se ha expresado por el Espíritu, el agua y la sangre. La presencia de Jesús todo lo cambia en nuestras vidas personales, comunitarias, así como en la sociedad.
Es de mencionar que la “sangre de Cristo” se menciona varias veces en el Nuevo Testamento. Por ejemplo: (Mc, 22-25)/14,17), durante la última cena de Jesús, junto con su círculo de apóstoles, los mas íntimos. Tras pronunciar la accion de gracias –eucharistien- ofrenda a la Iglesia su Cuerpo y Sangre eucarísticos, lo que constituye el pacto base con sus hermanos.
Sustituir la sangre de Cristo por la de un animal, que solo sirve para alimento humano, mediante productos de charcutería, tales como embutidos y otros, constituye un ultraje y una degradación de su dignidad de Salvador.
Jesucristo se manifiesta por medio del agua y de la sangre; El vino, no solo con agua y con sangre. Y, el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Así pues, los testigos son tres: el Espíritu, el agua y la sangre. Y los tres están de acuerdo.
Si aceptamos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios vale mucho más y ese testimonio es el que Dios ha dado de su hijo.
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