Desde el punto de vista económico y financiero, el concepto de escasez no designa la falta absoluta de un bien, sino la insuficiencia relativa del mismo con respecto a las necesidades, deseos o requerimientos de los consumidores. Por tanto, un bien escaso, es aquel cuya abundancia o disponibilidad es limitada. Como corolario, no pudiera existir escasez de aire, puesto que es un bien disponible, irrestrictamente, para sus consumidores; además, es un bien libre. Pero, todos los bienes y servicios que se comercian por un precio, constituyen bienes escasos, pues se ofrecen en cantidades más o menos restringidas.
La mayoría de los bienes son escasos, pues dependen de variables tales como: divisas, materias primas, maquinaria, espacio y hasta mano de obra para producirlos, pues también pudieran resultar escasos, económicamente y técnicamente.
El agua potable, abundante, aparentemente, en muchas zonas, debiera considerarse como un bien económico escaso, pues aunque fácil de obtener, no es ilimitado.
En economía, el tiempo, se considera como un recurso escaso, ya que posee interés singular: la producción de bienes y servicios involucra en todos los casos, uso del tiempo, así como cualquier otro factor productivo.
En este orden de ideas tenemos también, un tipo ulterior: la inopia, cuya característica más resaltante es la indigencia, muy palpable, inconfundiblemente, en la ahora Venezuela “de pobres”, donde se ostenta, además, una hiperinflación insólita, que se agrava por el incremento compulsivo de salario mínimo y se va en zaga del agroindustrial eficiente, tal y como a cualquier criminal infraganti, sin reparar en secuelas, ni alternativas viables, que subsanen ni siquiera temporalmente el desacierto en un tema tan delicado como el de la seguridad agroalimentaria.
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