Isaías Márquez : AGROINDUSTRIA, COMBUSTIBLE y ELECTRICIDAD
Históricamente, producíamos hasta un 75 % de los alimentos que llegaban a nuestra población; eran unos ocho rubros básicos: arroz, maíz, carne de pollo, cerdo, queso, leche y plátanos.
Pero, según Fedeagro, durante 2020 no alcanzamos más de un 17 por ciento; todo lo demás, es importado. Los vehículos entrantes de Brasil traen su carburante de origen. Una tasación amplia para nuestra productividad.
Tenemos, más de las tres cuartas partes de los hogares venezolanos con tan solo dos o quizá menos comidas a diario, con el agravante de que el aforo de alimentos es mucho menor, ya que el traslado de la producción a los centros de procesamiento se entraba a causa de la escasez de combustible (gasolina, gasóleo o diésel), aparte de que en aquellos hay fallas por electricidad y hasta del propio combustible para la realización del proceso respectivo; tal es el caso de los centrales azucareros, a lo que se añade el riesgo perenne por invasiones, expropiaciones y cobro de vacunas, que, junto con las barreras de crédito, escasez de agroinsumos y otras circunstancias han minado el interés por la producción agropecuaria y agroindustrial.
Regularmente, la cosecha debe rematarse al “mejor” postor; cadena de especuladores, hambreadoras que se instalan en centros de distibución mayoristas, donde pelotean a todo comerciante en búsqueda de precios para invertir en dicha producción y llevarla al menudeo con los costos a riesgos que todo ello implica trasladables, inexorablemente, al consumidor final, el pueblo asalariado, situación que tenemos por ineficacia de los organismos centinelas ante tal desaguisado, que conforman, también, ese clan de hambreadores.
Y, es por esta penuria, que observamos a personas hurgando bolsas de basura, quienes por necesidad practican el “friganismo” , “pichacheros y/o “friganos”, estilo de vida anticonsumista, de economía convencional o consumo mínimo de recursos y mejor aprovechamiento de restos alimenticios, producto del manirrotismo por hábitos impropios de consumo adquiridos por tradición, como por ejemplo la mala costumbre tan impertinente al dejar sobras de alimentos en los platos servidos, incluso por muy costosos que estos sean y desperdiciado de recursos aun necesarios en los mercados municipales.
Isaías Márquez
¿Te gustó este artículo? ¿Quieres recibir notificaciones en tu correo sobre este tema?
¿Quieres emigrar?
Postulate a las ofertas de trabajo disponibles en las mejores ciudades del mundo donde mudarte a vivir y trabajar, visita:
The Best Cities to Live and Work
Comparte en tus redes sociales:
Te recomendamos leer los siguientes contenidos relacionados:
Harina precocida y otros rubros, por Isaías MárquezNominado Maestro de Sombras como el mejor libro de comunicación política de 2024
La vuelta al nuevo curso político
Las elecciones estadounidenses bajo la sombra del intento de asesinato contra Trump,por Isidoros Karderinis
Miranda en la Independencia de EEUU por Isaías A. Márquez Díaz
EL VERANO POLÍTICO más allá del descanso por Isaac M. Hernández Álvarez
A costa de Venezuela, Guyana ofertante clave mundial de petróleo
Producción agropecuaria y combustible, por Isaías Márquez
Arroz, Extensión de siembra, lluvias y combustible por Isaías Márquez
Isaac M. Hernández Álvarez presenta la trilogía literaria MAESTRO DE SOMBRAS
Opciones para usuarios:
» Mide tu Velocidad de Internet aquí» Precio del Petróleo y otros Commodities:
» Precio del BITCOIN »
» Precio del DÓLAR
» Calculadora PayPal »
» Consultar el Horóscopo Diario »
» Pronóstico del Tiempo
» Cronograma de Pensiones IVSS 2024
» Buscar Noticias o Artículos
Sigue leyendo los temas más populares: