Con miras a adecentar nuestra institucionalidad, debería surgir en este día una etapa o momento nacional que nos remita a un proceso de revisión total de las reglas y de los procesos de apoyo, así como de la materia política desde el autoritarismo actual hasta/hacia la democracia, tal y como lo ha manifestado el presidente de la Asamblea Nacional, diputado Juan Guaidó, actitud que el presidente Maduro, como intérprete de un estado sin derecho, ha juzgado de traición a la paria, cuando más bien es un concepto que en ciencia política se aplica sobre el análisis del paso desde un sistema autoritario hacia uno poliárquico, caracterizado por una pliralidad de centros de decición y de poder (poliarquía) y conlleva la sustitución de los valores, normas, reglas de juego e instituciones asociadas al mismo, lo cual indica que las transiciones no siempre se circunscriben solo a reformas políticas, primordiales en el caso sociopolítico venezolano, sino que también podrían afectar otros ámbitos. Así, además de la esfera política, habría que referirse a la económica, a la institucional, aquella que afecta a la organización del Estado, cuya conjunción podríamos caracterizarla, según el sociólogo político Claus Offe, como una revolución sin precedentes históricos.
En efecto, el tema de la transición política en Venezuela es, aquí y ahora, un caso prioridad 1, condición sine qua non de la cual depende la salubridad y robustez del Estado y la existencia misma de millones de venezolanos, muchos de ellos emigrados en busca de otros horizontes menos inciertos, ante la aflicción e impotencia por la caquexia y la ruina que pululan, a diario, en la otrora Venezuela opulenta, ahora ante una gran oportunidad de liberalización y democratización patentes.