Hace hoy 82 años de la publicación del doctor Arturo Uslar Pietri “Sembrar el Petróleo”, muy emblemática y relevante ya que nos insta a reflexionar sobre el país y su futuro.
Quizá una frase pintoresca y de naturaleza muy personal que todo gobierno de turno intenta interpretar, ajustar, diseñar y adaptar a su momento histórico.
El 14/7/1936 en un editorial del diario caraqueño “AHORA” el doctor Uslar Pietri indica, concienzudamente, que Venezuela debe “sembrar el petróleo”; plantea la necesidad imperativa de redireccionar los recursos provenientes de la renta petrolera hacia el impulso del sector no petrolero de la economía nacional, al desarrollo integral del país.
Tal inquietud se plasma en el siguiente párrafo de su escrito:
“Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas, amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas para invertirla en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales”.
No obstante, pese a sus inquietudes tan acertadas, hoy nos hallamos ante una economía agrícola que nisiquiera nos garantiza el maíz para la elaboración de las tradicionales arepas y hallacas, porque no podemos deslastrarnos del facilismo petrolero para alimentarnos en términos de autosuficiencia productiva. Y, hoy día, sobrevivimos a través de una economía de subsistencia y/o portuaria.
El “excremento del diablo” es una frase que el doctor Juan Pablo Pérez Alfonso emplea para referirse al petróleo y al efecto tan pernicioso que este recurso tiene sobre el manejo de las economías de naciones acreedoras de este recurso energético como Venezuela.
Ínterin, aún el ingreso petrolero permite otorgar prebendas improductivas y parásitas como los bonos e incrementos salariales, sin perspectiva de retorno alguno, que solo alientan la carestía y laxitud laboral en perjuicio del bienestar común.