Literalmente, es la separación de grupos o individuos por motivos sociales, pero en el caso que hoy nos ocupa, el del “carnet de la patria”, podría tratarse de una discriminación indirecta que consiste en la imposición u observancia de normas, reglas, que en primera instancia parecen inofensivas pero que en la práctica no lo son ni mucho menos, porque disponen de consecuencias nefastas y negativas, afectando los derechos de aquellas personas que alcanzan.
La discriminación y/o segregación es una conducta muy presente tanto en el mundo actual, como en el pasado, cuando solía manifestarse mediante violencia física. Sin embargo, hoy día, sigue muy presente a través de otros tipos de acciones, que no conllevan violencia en lo físico pero sí manifiestan en pleno el hecho discriminatorio. Tal es el hecho de quien porte o no esa rimbombancia, etérea y emotiva, denominada el “carnet de la patria” como medio de identificación, chequeo y control social para poder acceder a ciertos beneficios (ayudas o dádivas) del gobierno nacional, incluso para acceder a los productos de primera necesidad y, ahora, hasta para llenar el tanque de gasolina, por lo que dicha tarjetica patentiza una política de discriminación, que generará consecuencias muy graves entre la población fragmentada a causa de la crisis sociopolítica ya que la gente sentirá indignación ante la prioridad para los carnetizados, no previstos en legislación alguna, salvo los documentos de identificación: la cédula de identidad, el pasaporte y la partida de nacimiento. Además, la CRBV prohibe la discrminación, por lo que el censo de PDVSA es impertinente. Su función es, entre otras, producir para atender la demanda interna.