Vista la autenticidad democrática por autoridad de la Asamblea Nacional de Venezuela, elegida democráticamente, que no reconoce la legitimidad del nuevo mandato de Nicolás Maduro, sino la de nuestro presidente interino, dip Juan Guaidó, reconocido por cerca de unos 50 gobernantes de naciones, salvo unas 10 naciones que emitieron voto negativo, ahora se refuerza por Resolución de la OEA en sesión del Consejo Permanente, según NOTA CPRES1124 (2217/19) del martes 9/4, sobre la situación de Venezuela, decidió reconocer (Plácet) como legítimo representante permanente nuestro ante ese organismo, a quien designó el presidente Guaidó, con lo cual su mandato que ejercerá bajo la figura de “TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA”, adquiere relevancia ante la comunidad internacional; específicamente, ante el GCI sobre Venezuela, equipo que coordina el canciller español Joseph Borrell y aboga por “establecer las garantías necesarias para un proceso electoral fiable en el menor tiempo posible” y “permita la entrega urgente de asistencia de acuerdo con los principios internacionales de ayuda humanitaria”.
En consecuencia, Venezuela tendrá voz y voto ante dicho organismo para la consecución de una salida honrosa e ideal a la crisis que nos agobia. Afortunadamente, podría quedar en el cargo hasta que se lleven a cabo nuevas elecciones y surja la opción de ratificarle o no.
No obstante, como todo gobierno pillo y chulapo de Venezuela, el de Cuba objetó, infundadamente, tal aprobación, que, mal podía recaer sobre profano o volatinero alguno.
Ante tal hecho, Maduro quedó derrotado en la OEA y, así, nos acercamos al cese de su ilegitimidad, traducida en usurpación perversa a nuestro bienestar que se manifiesta mediante la restricción de los servicios básicos.