La confianza es una actitud que se asume con la esperanza firme de algo va a ocurrir o funcione de forma determinada, muy personal, por lo general, acompañada, a veces, de una mezcla desagradable de angustia y optimismo.
A menudo se confunde con la fe ya que ambos conceptos ofrecen ciertas analogías en su definición y/o concepto; no obstante, significan cosas diferentes, que se utilizan en diversos contextos y, de manera alguna, deberían usarse indistintamente. Sin embargo, ambos son paralelos porque se refieren, generalmente, a creer en algo. Desde el ángulo teológico, la esperanza, según Santo Tomás de Aquino, se define como “la virtud infusa que capacita a los hombres para tener confianza y certeza plena de lograr la vida rterna y los medios necesarios pata alcanzarla, mediante el auxilio de Dios”.
La fe, según hebreos 11,1: “es la manera de tener lo que esperamos, el medio de conocer lo que no vemos”.
En el caso que nos ocupa, el presidente encargado Juan Guaidó pide ‘confianza’ para deslastrarnos de la rémora del régimen de Nicolás Maduro, quien dada su estrechez mental intepreta, desesperadamente, tal manifestación como parte de un plan terrorista de aquel, cuando de lo que se trata,en realidad, es de inducir a la población agobiada por la crisis que ha generado tras unod 20 años el régimen chavomadurista, hacia una salida honrosa mediante una transición democrática, sobre la cual desde hace unos dos meses viene trabajando Guaidó y ya goza de la venia de una cincuentena de países, solidarizados, íntegramente, con Venezuela, aparte de ONGs y algunos organismos internacionales, como por ejemplo, el BID que en virtud del rechazo de Pekín al representante de Juan Guaidó, el doctor Ricardo Hausmann, se decidió uspender su reunión en China y diferirla a otro lugar ya que los chinos, por su desconfianza, dudan de que con otro gobierno prosigan las relaciones como las han llevado hasta ahora con el régimen de NM.
La ‘confianza’ que pide Guaidó consiste en que evitemos la desesperación porque los daños a causa del régimen funesto por unos 20 años mal podría comprometerse él y su equipo a reparlos en un par años.
Por tanto, todo acuerdo celebrado con Venezuela tendría que revisarse para su reformulación, si conviene a nuestros intereses, pero, en ningún caso, desconocerlo de plano.