Sin orden ni concierto, totalmente a la deriva, navega el barco del (des)gobierno sobre lasaguas turbulentas del mar sociopolítico ante el cual su equipo no da pie con bola ya que es un grupo que se caracteriza por su aislamiento y dislalia para entenderse con los demás –el pueblo a quien deben responder porque al mismo se deben-. Más bien, actúan como autistas y bailando al ritmo del servilismo, como si fuesen unos androides, o muñequitos de cuerda y/o marionetas.
No suministran informaciones estadísticas y todo lo ejecutan olímpicamente, a la cañona; tal es el caso del Proyecto Arco Minero del Orinoco (AMO), condenado al fracaso o a morir al nacer por falta de estudios de prefactibilidad e impactos medioambientales.
Los incrementos salariales decididos algo así como al “ojo por ciento”, sin tipo alguno de consultas o estudios estadísticoactuariales, producto de una ansiedad de etiología precisable por su frustración política, decisiones descabelladas que nos llevan por un túnel, cuya única luz apreciable al final del mismo, es la de una sima, abismo y/o despeñadero del que muy pocos podrían sobrevivir ya que, interín, durante su recorrido, hay mucha distracción y sedación a base de lisonjería. Es decir, halagos a cambio de favores. Pero, cuidado, porque el pueblo sabe que le están adulando; hasta nuestros muchachos, muy pilas los de esta generación, quienes también ya entienden de especulación, hiperinflación y politiquería. Parece que no así nuestros líderes, quienes aún piensan que al pueblo pueden aplicarle las de Colón cuando arriba por Macuro, y obsequia espejitos, collarines y otras bisuterías de la época a los indígenas. Aun así, el presidente continúa enrollado en su laberinto y buscando culpables de sus yerros.