Disquisición por más de una centuria petrolera perdida
Isaías A. Márquez Díaz
La producción de un país que acredita las mayores reservas de crudo mundiales, que explota desde 1914 (Zumaque-1), y más grandes de la historia latinoamericana, con el ingreso per capita más alto de la región, ostente, hoy por hoy, la peor depresión económica, hiperinflación y crisis humanitaria de la historia regional; un caso paradójico y clave en este naufragio es la ruina de PDVSA (otrora, la gallina de los huevos de oro), que afronta su quiebre por una gestión pésima y rotación de personal; empresa de la cual el país está asido ya que supone más de un 90 porciento de sus exportaciones.
Tenemos tanto petróleo que quizá extraemos apenas una fracción pequeña, rentable. Bajo otras condiciones políticas podríamos estar produciendo, sin exageración alguna, hasta unos seis mbpd; es decir, unas nueve veces más de lo que hoy día produce, de haberse aprovechado los precios elevados del petróleo por 2003-2014 (entre unos 117,3-50 USD/barril); y haberse ejecutado las inversiones programadas. Sinembargo, Venezuela ha sido uno de los pocos países petroleros que bajó su producción durante la subida de precios y el único que colapsó, luego de esa.
A inicios de 1999, cuando el presidente extinto asumió el poder, el precio del crudo estaba en su mínimo histórico (unos USD 12,22/barril). No obstante, a partir de 2003 se benefició de un auge de precios sin precedentes por cerca de una década, lo que se tradujo en ingreso por concepto de renta petrolera superior a un millón de dólares. Más de un 20 porciento de tales ingresos se destinó a subsidios para energía, así como a programas sociales. Pero, resultaron deficientes por malversación y beneficiaron, proporcionalmente, a los más privilegiados, aparte de que se cuadruplicó la deuda externa por más de unos USD 150 millones.
Asimismo, en medio de tal auge petrolero, el país experimentó una explosión de consumismo y déficit fiscales, que también se tradujo, a corto plazo, en disminución significativa de la pobreza e incrementó el prestigio del presidente; sin embargo, ostentamos el PIB más bajo de Sudamérica, ocupando el puesto 49 en el ranking de unos 195 países.
Chávez disfrutó además del alza del petróleo, de la apertura exitosa de la administración anterior, que propició inversiones foráneas exitosas, permitiendo, así, una incorporación cercana a un millón bpd de producción privada. Más sorprendentemente, aún, porque hacia fines de 2018, antes de las sanciones que impuso EUA, se produjo cerca de unos 1,2 mbpd (casi un tercio de la producción de 1998 que llegó a unos 3,45 mbpd y equivalentes, aquellos, a la producción durante el decenio 1940-1950.
Consideramos que PDVSA alcanzó su punto de inflexión en medio de un ambiente tan ventajoso porque tras la huelga petrolera, hacia fines de 2003, despidió cerca de unos 20 mil trabajadores, cuando salió mucho personal gerencial, técnico y administrativo; incluso ejecutivos, ingenieros y geólogos de la estatal, aprovechados, ahora por otras naciones productoras, tales como Colombia, México, Ecuador álgunos países árabes y EEUU.