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La sociedad es cada vez más consciente de la importancia de mantener unos hábitos nutricionales saludables durante todo el año, sin embargo,llegar al mes de enero sin un kilito de más producto de la época decembrina es sinceramente una tarea muy difícil.
Aunque muchas personas optan por sustituir elementos de las comidas tradicionales de estas fiestas por contornos más saludables como el pavo y las macedonias de frutas, es necesario prestar atención a las “calorías ocultas” para que todo este esfuerzo no sea en vano.
Las “calorías ocultas” se presentan en alimentos aparentemente inofensivos que esconden tras ellos un valor energético muy elevado, como por ejemplo las bebidas.
De nada sirve pedir una ensalada y un filete de pescado a la plancha si dañamos la comida con bebidas alcohólicas o refrescos azucarados en exceso.
Los refrescos con azúcares añadidos y las bebidas con alcohol significan calorías directas para el organismo que además, no aportan ningún beneficio a nivel nutricional. Por eso, los nutricionistas se refieren a ellas como ‘calorías vacías’ o ‘calorías ocultas’.
Cada gramo de alcohol contiene alrededor de 7 kilocalorías, un porcentaje substancialmente más elevado que el de los hidratos de carbono o las proteínas 4 kilocalorías. La ingesta de alcohol, además, inhibe la absorción de algunas vitaminas y minerales, tal y como explica un especialista consultado.
Si hablamos de cócteles, las cifras se disparan mucho más, ya que a las calorías del alcohol hay que sumar las de los zumos y refrescos que lo acompañan. Una caipiriña de unos 300 mililitros aportaría, por ejemplo, 320 kilocalorías y una piña colada 200 kilocalorías.