Antonio Romero jura por sus nietos que lo que sus ojos vieron hace 36 años en la carretera Lara-Zulia fue lo más espantoso que le ha tocado vivir. Así como él, se han tejido muchas historias de fantasmas y extrañas apariciones en las carreteras del Zulia, abriendo el debate entre lo supersticioso y la explicación científica.
La primera historia la relata Romero que surgió en una zona antes de la existencia del peaje de Santa Rita, cuando la vía era un solo canal de salida y retorno, donde los accidentes con víctimas fatales eran muy constantes. Recuerda que a diario, a finales de los años 70, le tocó ver buses, expresos, camiones y carros por puestos estrellados y completamente quemados sobre “alfombras” de vidrios y restos humanos.
Besándose una cruz que hizo con sus dedos, Romero comenzó diciendo: “Que Dios me quite a mis nietos si lo que te estoy diciendo es mentira”.
“Iba en mi por puesto con un pasajero en el asiento delantero y dos mujeres estaban detrás. Era 1979. A la altura de lo que es ahora el peaje de Santa Rita manejaba a eso de las 12:00 de la medianoche a 140 kilómetros. Aquello que vi nunca se me va olvidar. La luz del carro iluminó a un hombre moreno, delgado que corría justo al lado de nosotros, pero lo hacía de espaldas, mirándonos. Te lo cuento ahorita y todavía, mira, se me eriza la piel. Tenía los ojos blancos y me asombró que corriera tan rápido, quería como meterse en el carro, se agarró del parachoque y desapareció. Las mujeres gritaron y el pasajero que tenía al lado se persignó. No fue alucinación, todos lo vimos. No teníamos color en las caras”, narró muy asombrado.
Después de esa terrible experiencia, cuenta Romero, pasaron 11 años hasta que unos sacerdotes acudieron al sitio para orar y rociar agua bendita en la carretera. “Nunca más se vieron más espantos, al menos no con tanta frecuencia como hace 40 años”.
La mujer vestida de blanco en La Salina
En la misma carretera contó que tuvo la mala hora de ver a un hombre sin cabeza con la ropa toda machada de sangre. También en La Salina, en Cabimas, vio a una mujer vestida de blanco en la orilla de la carretera, mostrándole la pierna, y siguió de largo. Al contarle a sus amigos, éstos le dijeron: “Menos mal que no le paraste, porque hubiese hecho que te estrellaras”.
Más hacia el este, en la carretera Falcón-Zulia, hay un puente conocido como Don Pancho, llegando a Mene Mauroa, donde los transeúntes han sido testigos de una manifestación fantasmal. Cuentan que hace años una mujer vestida de novia se dirigía al altar para casarse con su prometido, pero el carro en el que se desplazaba tuvo un accidente y falleció. “Dicen que la mujer quedó en pena y que se aparece buscando a alguien que la ayude a ir a la iglesia. Muchos, por la repentina presencia de la mujer, se han accidentado, otros la esquivan por temor, porque solo le ven la mitad del cuerpo para arriba”, narró Jairo Hernández, chofer la ruta Coro-Maracaibo.
Cuerpos flotantes en la vía a Machiques
Igual le ocurrió a Mario Díaz González, quien ha trabajado como chofer de un bus de la ruta de Machiques y afirma ser testigo eventos “asombrosos”. “Estas cosas sí existen, las he visto. Hombres sin brazos, decapitados. A veces se te atraviesan en la carretera, es como si flotaran, no se le ven los pies. Es como si esos seres hubiesen quedado estancados allí”, dijo.
En el municipio Santa Rita, en la Costa Oriental, también aseguran haber visto fenómenos fuera de toda lógica. Daniel Carrasquero dice que en la avenida Pedro Lucas Urribarrí, en el sector Puerto Escondido, algunos de sus colegas conductores se han detenido en las noches para llevar a una pareja. “Los han visto abrazados, haciéndoles señas al por puesto para que los lleve. El chofer se para, escucha la puerta abrirse y cerrarse, al voltear para preguntarle hasta donde llegan, resulta que ya no hay nadie. Ha pasado que los ven montarse, pero al rato, observan por el retrovisor y no están”, contó Carrasquero.
El niño que lloraba en El Mene
María Auxiliadora Gutiérrez dice que no ha visto espantos, pero sí escuchó uno, hace 30 años. En una zona enmontada del sector El Mene consiguieron el cadáver de un niño recién nacido dentro de una bolsa plástica. “Era hermoso, blanco, grande, de labios rojos, parecía rubio. Nos impresionó bastante que lo dejaran así”, dijo. Semanas después ocurrió algo que no esperaban. “Nos despertó en la madrugada el llanto de un niño, se escuchaba que provenía del monte. Me metí con mis hermanos y otros vecinos a buscar, pero el lloro se hacía como cada vez más lejos. Nos asustamos y nos fuimos. Así siguió por varias semanas hasta que no lo escuchamos más”, recordó la ama de casa.
Duendes en la “Curva de Güere”
No solo los espantos hacen de las suyas en este lugar. Los lugareños comentan haber visto criaturas humanoides, conocidas en Irlanda o Alemania como duendes, entre la maleza de la mencionada carretera de Santa Rita, específicamente en la llamada Curva de Güere.
Emiro Prieto habla sobre la aparición de estos seres, que no miden más de un metro de altura, escurridizos entre los manglares de la costa. “La gente no me cree cuando digo lo que vi, que soy supersticioso, pero no hablo por hablar y no mentiría con estas cosas. Iba en un carro por puesto con otros pasajeros como a las 11:30 de la noche. De repente pasaron dos cosas, que parecían humanas, tomados de la mano desde la isla hacia el otro lado de la carretera. Eran pequeños, robustos, estamos seguros que no eran niños.
Se dice que viven en el monte”, contó el comerciante. Otros los han visto subidos a los árboles y perderse entre la maleza.
Rafael Alcaz, maestro de reiki y sanador espiritual de la Comunidad Internacional Dragón Rojo, explica que cuando un ser encarnado muere, sea animal o humano, debe transitar hacia la luz, pero cuando ocurre por muerte violenta, esos seres quedan truncados en el plano terrenal.
“El alma queda en el limbo, algunos no saben ni que murieron. ¿Se manifiestan? Sí, se manifiestan y lo hacen sobre todo en el lugar del hecho, o reclaman, no una venganza, sino una ayuda para solventar algo que dejaron incompleto”, expresa el especialista.
Sobre la presencia de duendes, señala que “son muchos más reales de lo que uno se puede imaginar”. “Donde hay niños, donde hay felicidad, ellos siempre van a estar. Los ven como algo negativo, pero por lo general son muy traviesos y les gusta cambiar cosas de lugar”.
Para el padre Eleuterio Cuevas, párroco de la Basílica de la Virgen de Chiquinquirá, los relatos corresponden a “tradiciones orales que no tienen ningún fundamento científico”.
“Está la tradición de la llorona, el silbón, la mujer de blanco de la avenida El Milagro, las personas sin cabezas en Santa Rosa de Agua, los fenómenos que cuentan los pescadores del lago. Lo que sí aplica la Iglesia es que el Señor guarda tus entradas y salidas como dice el salmista y, por consiguiente, no puede haber almas realengas en la calle”, indicó el sacerdote.
Resaltó que el alma humana atraviesa por tres iglesias: la peregrina, a la que acude en vida; la purgante, que es adonde va para pagar sus faltas y finalmente la triunfante, donde comparte con Jesucristo y todos los ángeles. En caso de muertes violentas, se tiende a rezar por el descanso de las almas o se realizan capillas en las carreteras para recordarles a las personas que transitan por la vía que recen por ellas.
Por eso, cuando Romero viaja por la “Lara-Zulia” y ve las pequeñas iglesias en la vía se persigna. Cree que esas almas no han cruzado hacia la otra dimensión y reza un Padrenuestro para nunca más volverlas a ver.
fuente.panorama