COLONIA, ALEMANIA .- El caso de un paciente alemán, que acudió a urgencias en Colonia y tras unas pruebas se descubrió que su sangre era espesa como la miel y completamente blanca, ha sorprendido a la comunidad científica. Precisamente un grupo de médicos alemanes fue el que se encargó de difundir el hecho, publicado en el último número de la revista Annals of Internal Medicine el 26 de febrero, en el que describe un caso extremo de hipertrigliceridemia, o sobresaturación de sangre por triglicéridos.
El paciente, hombre de 39 años y diabético, fue hospitalizado con una variedad de síntomas: vómitos, dolor de cabeza y pérdida de lucidez. Ya en el hospital perdió conocimiento.
Las pruebas que se le realizaron mostraron una hipertrigliceridemia. Esta condición puede resultar de muchos factores: desde la genética hasta la diabetes, problemas con el metabolismo y funcionamiento de los riñones.
Se estima que una persona sana debe tener menos de 150 miligramos de triglicéridos por un decilitro de sangre (mg/dL) y una hipertrigliceridemia «muy alta» empieza con 500 mg/dL. Sin embargo, el paciente tenía más de 18.000 mg/dL, 120 veces más del índice normal.
La cura
La plasmaféresis, método que implica la extracción, separación del plasma y regreso de las células de la sangre al organismo, utilizado habitualmente en la cura de la hipertrigliceridemia, no tuvo éxito: la cantidad de grasa acumulada en la sangre bloqueó la máquina.
Dado que la medicina moderna no podía ayudar, los médicos recurrieron a la sangría. Este tratamiento, que se usaba desde la antigüedad hasta el siglo XIX, consiste en la extracción controlada de la sangre del cuerpo del paciente. A pesar de que el método fue rechazado como inútil, los doctores dijeron que no les quedaba otra opción.
No obstante, lo modernizaron. Extrajeron 2 litros de la sustancia espesa y los reemplazaron con sangre y plasma donados. En dos días el nivel de triglicéridos bajó hasta el punto apropiado para concluir de forma exitosa el tratamiento con la máquina de plasmaféresis.