A pocos minutos del despegue, la aeronave que cubría el vuelo 742 se precipitó a tierra. El avión no voló. A duras penas rebasó la cerca del aeropuerto Grano de Oro y se estrelló. La incertidumbre, el pánico, la muerte y el dolor siguieron al hecho.
Ese siniestro paralizó a Maracaibo y, siete días después, entre las investigaciones y la recolección de restos humanos —principalmente carbonizados— era lento para los ciudadanos volver a la rutina, pues Maracaibo seguía conmocionada.
Todavía en la mente de sobrevivientes y testigos, la imagen es vivida nuevamente, como también les resulta perceptible el olor que inundó a la ciudad: una mezcla de combustible y carne quemada.
Una conjugación de elementos fraguaron la tragedia: versiones señalan que el avión, por efectosdel equipaje, el pasaje y los 28 mil litros de combustible cargados para operar en Grano de Oro, iba con el máximo de su peso: 108.000 kilos.
Una segunda suposición dispara hacia el error humano. Hacia la tripulación que ese día fue capitaneada por Emiliano Savelli Maldonado, jefe de operaciones de Avensa.
Existen versiones sobre el reto o, mejor dicho, la osadía asumida por Savelli Maldonado, en querer levantar vuelo en el DC 9 a sabiendas, según testimonios, de que el capitán de la aeronave, Harry Gibson (y quien comandó ese jet tres días antes del accidente) se negó a tripularlo porque la longitud de la pista marabina era muy ajustada para elevar la nave.
Pero la nave siguió la carrera para el ascenso, aproximadamente, a las 12:05 de la tarde.
Entre las víctimas fatales de ese accidente aéreo, del cual hoy se cumplrn 44 años, y que es similar al ocurrido en 2011 con el Airbus A330 de la aerolínea Air France, se encontraba la familia del reconocido deportista zuliano, Lino Connell, quien perdió a su esposa, tres de sus cuatro hijos y a su suegro.
“Perdí a casi toda mi familia, sólo se salvó la niña, que para ese entonces, tenía tres meses de nacida”, recordó Connell tiempo atrás.
El zuliano, en entrevista realizada por NAD en 2011, dijo: “el impacto de perder a tu familia es fuerte (…) Me vi con varios médicos psicólogos que me ayudaron a superar esta terrible experiencia“.
“Imagínate, murió mi esposa que tenía 29 años, mis hijos que tenían 2, 4 y 6 (…) Estaban empezando a vivir (…) Y perdí también a mi suegro”, acotó Lino Connell.
“Uno siempre se pregunta ¿por qué me pasó esto a mí? (…) Y lamentablemente cuando te toca te toca (…) Allá arriba hay un Dios que todo lo sabe, sólo él sabe por qué pasan estas cosas”, comentó el deportista.
Lino Connell considera que la recuperación es tardía, “perder a un familiar no es fácil, sobre todo si fue por un accidente aéreo (…) No es igual perder a un miembro de tu familia que perderla toda”.
Asimismo, afirmó que gracias al deporte logró superar, en gran medida la pérdida de su familia. “El deporte me ayudó a olvidar (…) Ya en agosto estaba compitiendo en unos suramericanos en Caracas (…) La distracción me ayudó (…) Aunque la superación llega poco a poco”.
El personal de la torre, familiares y otras personas desde lugares aledaños al aeropuerto vieron cómo, en minutos, el accidente se convertía en una “película” en vivo que dejó, oficialmente, 155 muertos.
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